miércoles, 1 de diciembre de 2010

Curso de Oratoria


Curso de Oratoria Método Ilvem


 capítulo I

INTRODUCCIÓN PRELIMINAR

     El movimiento Teosófico necesita hombres y mujeres entrenados, idóneos y deseosos de hacer labor pública de exposición. Esa labor deben hacerla nuestros estudiantes que residen año tras año en una misma localidad y se ven obligados por ese hecho a extender y variar sus estudios. Cuando los trabajadores teosóficos de una ciudad dicen “estamos maniatados aquí porque no tenemos conferencistas”, parecen indicar que por un capricho de los dioses se les ha negado un talento especial y poco común. Pero lo que en realidad están manifestando, para quien sabe, es que han descuidado sus propios poderes latentes, por indolencia o timidez, o demasiado amor propio. Un orador no es un don de los dioses. Es un trabajador entrenado y disciplinado que tuvo el valor de someterse a un breve aprendizaje. La mayoría de nuestros miembros son oradores en embrión y muy próximos a salir a la luz con sólo que lo supieran. Las cualidades que los trajeron al Movimiento Teosófico son las mismas cualidades que los capacitarán para hacer trabajo adecuado en la plataforma, si aceptan la disciplina del orador y el karma del orador. Una vez que lo hagan, se abrirá para ellos un nuevo ciclo, un nuevo hábito de estudio y un nuevo valor que es lo que más necesitamos.
     Si les ha faltado ese valor, creo que no es porque hayan tenido miedo de sostener sus opiniones, y hasta sufrir por ellas, sino que por falta de habilidad para expresarlas lo han hecho en forma débil e incierta. Se han perdido de mucho de lo que la Teosofía les ofrece. Antes de que se termine este curso espero que Uds., como grupo, vean lo que quiero indicar. “La enseñanza es para el preceptor y lo beneficia más a él mismo”.
     Si Ud. tiene la voluntad de someterse al entrenamiento que le ofrezco, no se elimine en la primera etapa diciendo con una sonrisa tonta.  “Eh, nunca podré ser un buen orador”. Ud. ES un orador, con impedimentos que este curso está preparado para quitarle. No le estoy ofreciendo una esperanza, le estoy ofreciendo un procedimiento probado que ha cumplido su cometido antes y volverá a cumplirlo, no meramente si Ud. es brillante, sino si Ud. es sincero y consciente y razonablemente sufrido.
     Difiere de todos los demás cursos de oratoria en que está basado en supuestos ocultos. Otros cursos se basan en el supuesto de que la oratoria es como un adorno para cosérselo o imponérselo a Ud. Este curso está basado en la certeza de que Ud. es un orador potencialmente, que sus poderes son mucho más grandes de lo que Ud. se da cuenta, y que lo que Ud. más necesita es retirar ciertas barreras. Nunca sucede que Ud. tiene demasiado poco de las cosas que sirven; lo que pasa es que tiene mucho de las cosas que pueden perjudicar.
     Estas barreras sólo pueden ser retiradas en su debido orden. Son físicas, morales y mentales y hay que tratarlas en este orden.
     Las barreras físicas son las menos resistentes. Hay diez probabilidades contra una de que Ud. se para incorrectamente y de una manera que dificulta el equilibrio. Hay más de diez contra una de que Ud. nunca ha prendido a respirar como debe hacerlo un orador. Probablemente respira de un modo que arruinaría el mejor discurso jamás planeado. Es casi seguro que a menos que Ud. haya tenido entrenamiento como orador o actor (no como cantor), su voz estorbará la fluidez de pensamientos que un orador necesita. Ud. cree que esas interrupciones en el pensar son fallas de su mente. Se deben a fallas de la voz. Ud. hace cosas con su voz que echarían a perder el equilibrio de un sabio. Mientras no se retiren esas presiones, no puede haber fluidez. La técnica para eliminarlas puede aprenderla Ud. en una hora, y adquirir el hábito correcto en un mes de ejercicios breves.
     Vienen luego las obstrucciones morales, y será más fácil tratarlas a medida que las dificultades físicas desaparecen. Una de ellas es aquella modestia de que muchos nos jactamos, pero de la que nos preciaríamos menos si nos diéramos cuenta de que no es sino vanidad invertida. Es un temor de que la gente descubra que no somos tan capaces como les hemos hecho creer que somos, un temor de que compartan nuestras sospechas acerca de nuestra incapacidad. Esto no es sino un pobre fantasma, pero nos hace temblar las rodillas a la mayoría de nosotros. Cuando Ud. haya aprendido a tener sus rodillas de modo que no tiemblen, habrá curado la mitad de esta dolencia. Cuando haya sentido el primer toque del poder que envuelve a un orador y se haya dado cuenta de que Ud. es mucho mejor de lo que jamás creyera, la curación estará completa. Podrá haber pequeños estremecimientos de nerviosismo cada vez que hable durante el resto de su vida, pero sabrá Ud. cómo tratarlos con prontitud y efectividad.
     Aquel espantajo común del novicio de que alguien entre el auditorio conoce el tema mejor que él se resuelve por el simple expediente de escoger temas que el orador sabe que nadie conoce mejor que él en muchas millas a la redonda. Puede parecer un recurso cobarde, pero allana una seria barrera y resulta más provechoso para el orador y los oyentes. Un tercer obstáculo es la pereza, y la mayoría de los fracasos son culpa suya, no importa cuántas bellas excusas se invente uno.
     Hay otro impedimento moral, el más peligroso de todos porque inhibe el trabajo de muchísimos de nuestros miembros mejor equipados. Es el sentimiento de superioridad que no les deja seguir gustosos la rutina de un grupo. Lo consideran demasiado infantil o tonto o elemental para ellos. Si hay alguno entre Uds. que por haber ocupado muchas veces la plataforma considere este curso con tales reservas por sentirse demasiado grande para él, olvídese de su superioridad y empiece de nuevo. Reservas, críticas y objeciones no hacen sino enturbiar el trabajo para los demás. El que sea superior lo demostrará en el trabajo a medida que adelante este curso.
     Los esgrimistas acostumbran a hacer unos ejercicios de flexibilidad y ajuste antes de todo encuentro. Aún los más hábiles se alegran de practicar con novicios para corregir defectos inconsciente de posición, etc. De modo que si Ud. se cree demasiado bueno para practicar, mejor sería que abandone este curso calladamente; no le sacaría ningún provecho, y si cohibiría a los principiantes con su presencia. Después de dar más de dos mil conferencias, el autor de este curso todavía goza y saca provecho en ejercitarse.
     El líder de su grupo no es el instructor de Ud.. Lo es el curso mismo. Su líder es el coordinador, y para que el curso marche bien todos deben obedecerle, tal como un actor, por célebre que sea, obedece a la persona que dirige los ensayos o la presentación.
     En cuanto a las barreras mentales, yo no les doy beligerancia. El mal no está en nuestras mentes. Sino en las tretas que nuestras emociones les juegan. Un gran hombre no es un hombre de mentalidad brillante, sino un hombre disciplinado. En otras cosas puede que tenga sus vicios, pero en el trabajo en el que es grande demuestra una austeridad asombrosa. Obra con tantísima soltura porque no tiene complejos emocionales que lo bloqueen. Y así espero que cada uno de Uds. hallará que su mente es tan buena como la de su erudito vecino, excepto que él ha desbrozado ciertos pasajes que Ud. todavía no ha limpiado.
     Tal vez Ud. no estudia lo suficiente. Pero el estudiar es un hábito que se va acentuando a medida de su  necesidad. Dar conferencias creará esa necesidad. Quizá Ud. no recuerda con facilidad. Pero la memoria es cosa pequeña que puede Ud. obtener con pequeño esfuerzo. La mala memoria es el resultado del ajetreo, de pasar por alto lo esencial por estar buscando ansiosamente los detalles. Si el estudiante se concentra en las cosas esenciales y principales, sus pensamientos seguirán una ilación ordenada y su memoria no le fallará. Más adelante trataremos bien este punto. Estas son todas las barreras mentales que conozco, y creo que principalmente son de orden moral.

         Estas instrucciones seguirán este orden:


1        --  Preliminares.
2        --  Postura.
3        --  Voz.
4        --  Teoría de la expresión.
5        --  Elaboración del material.
6        --  Arreglo del material.
     
   7  --  Improvisación.
   8  --  Integración con el auditorio.
  9  --  Uso de las palabras.
 10  --  Semilla.
 11  --  Rotación de temas y método de    
            practicar.
 12  --  Conclusión y lista de temas.


     El grupo más práctico consistirá en no menos de seis miembros y no más de doce. Menos de seis significa desperdicio de energía, si bien dos o tres estudiantes resueltos y esforzados pueden contrarrestar esa desventaja. Más de doce significa que habrá que destinar más tiempo para que todos puedan trabajar con suficiente frecuencia.
     El líder del grupo es, como ya indiqué, su coordinador, y se le debe escoger por su habilidad para mantener una ruta definida, más que por su habilidad para enseñar.
     El grupo debe reunirse una vez por semana y siempre el mismo día. Se debe insistir en la asistencia con puntualidad. Como ocurre en toda labor oculta, se presentarán toda clase de dificultades inesperadas para alejar a los miembros, pero el estudiante meritorio las superará. La sesión debe ser de dos horas. Son doce capítulos, uno para cada dos semanas, o sea dos sesiones para cada capítulo. Este debe leerse en voz alta al comienzo de cada sesión, de preferencia dos veces. Muy pocas personas pueden asimilar un capítulo de esta clase en una sola lectura. El resto del tiempo se dedicará a la práctica. Cada instrucción o capítulo consiste en:

1       --  Una sesión teórica.
2       --  El ejercicio para la sesión en curso.
3       --  El ejercicio para la sesión complementaria.
4       --  Los ejercicios diarios o tarea preparatoria para hacerse en casa.

     Los ejercicios son breves al principio y van alargándose hasta una media hora diaria. Para sacar mejor provecho del curso, el buen estudiante los ejecutará en el orden en que se den.
     Claro que Ud. puede seguir el curso como quiera. Puede tomar un capítulo por semana o sorbérselos todos en una sola tarde, o uno una tarde y el siguiente a los diez días. Eso es cuestión suya. Pero la experiencia nos ha demostrado la importancia del ritmo que he señalado. Es suficientemente rápido para los estudiantes más brillantes, y no demasiado rápido para los tardos. Lo mejor que sacará Ud. del curso no será información sino potencialidad para trabajar. Por 50 cts. puede Ud. adquirir toda la información que desee. Pero los hábitos no se adquieren sino trabajando.
     Y recuerde también, que todo asunto que yo trate en cualquier momento no tiene necesariamente que ser de interés para todos. Cada estudiante tiene sus propias deficiencias, pero ninguno, por fortuna, tiene todas las que mencionaré. Si encuentra Ud. que trato de alguna que no le preocupe, tanto mejor, déjela a los que puedan necesitarla. Pero asegúrese bien de que no es que Ud. se esté súper valuando indebidamente.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     El primer ejercicio necesario es la respiración abdominal. Muchos piensan que respirar no es sino tomar aire y nada más. En realidad lo que hacemos es ensanchar un espacio en los pulmones y el aire fluye a llenarlo. Pruebe. Para respirar adecuadamente hay que abrir un espacio mucho más amplio en los pulmones: esto se hace con los músculos del abdomen, forzando hacia abajo el diafragma que separa el tórax del abdomen, y así forzando éste hacia fuera. Haga una inhalación larga y profunda; sienta que el aire expande el abdomen, como si el aire lo hiciera ensanchar. Lo que en realidad sucede es que la expansión hace que el aire entre. Examine con cuidado este procedimiento y verá que el respirar profundamente se hace automático si Ud. fija la mente en el movimiento muscular. El pulmón se asemeja a un cono cuya base es el diafragma y cuyo ápice es la garganta. Para respirar ensanchamos la base de ese cono. Hay que corregir el hábito de ensanchar la cavidad pulmonar levantando los hombros.


    Ahora los estudiantes se pondrán de pié, en línea, y respirarán juntos, dirigidos por el coordinador. Primero expulsen todo el aire de los pulmones. Luego inhalen. Una inhalación larga, sin ruido, por las narices, durante diez segundos; luego una exhalación por la boca, en otros diez segundos. Fijen la mente en la contracción y expansión muscular. Eso es lo que importa; la respiración viene sola. Vean que flexible y potente es su espacio pulmonar –o cómo puede llegar a ser así.
     Hagan cinco respiraciones y descansen. Luego otras cinco más vigorosas y descansen. Ahora observen lo que ha sucedido con su voz; es más llena, redonda y fuerte. Probablemente notarán otros efectos benéficos en este ejercicio. La respiración obra sobre el sistema glandular. Promueve la salivación y activa las glándulas suprarrenales y adrenales, tan importantes para la salud. Unas pocas respiraciones corregirán la indigestión o curarán una jaqueca. Unas pocas respiraciones profundas aquietarán los nervios antes de una conferencia y tranquilizarán la naturaleza animal. Al principio pueden sentir un ligero mareo, pero es porque no han estado acostumbrados a respirar correctamente.
     Recuerden que desde el punto de vista oculto cada uno de nosotros no es sino un aliento, una energía que circula por esta envoltura corporal. Cuando respiren así, piensen que Uds. son esa corriente que circula por el cuerpo y que el cuerpo no es sino el vehículo para esa corriente. Sentirán una curiosa ligereza, una superioridad sobre su cuerpo, una capacidad de usar el cuerpo para lo que quieran en vez de ser esclavos de él. Serán capaces de enfocarse en cualquier parte del cuerpo a voluntad, o de situarse en un punto por encima de él. Este es el primer paso hacia el poder. En esto no hay ninguna treta peligrosa de Hata Yoga, ni de pranayama, ni cosas por el estilo. Es simplemente una manera profunda y sana de respirar, y el efecto de ligereza es perfectamente normal. Es un recurso para controlarnos y acabar con la esclavitud nerviosa de esos sesenta u ochenta kilos de carne y huesos que creemos ser.
     El líder debe ver ahora uno por uno a los miembros y ver que estén ensanchando bien los pulmones sin levantar los hombros; y con esto dar por concluida la sesión. Si les parece corta, no se afanen, que más adelante serán completas.

TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Dedicar cinco minutos diarios a la respiración diafragmática, manteniendo la mente en el hecho de que la acción muscular permite la inhalación y también efectúa la exhalación. También mantenga la mente en la idea de que el Ego mismo es una corriente y se desliza sobre el flujo y reflujo del aliento. La importancia de eso se verá más adelante. El último minuto dedíquese a limpiar vigorosamente los pulmones, respirando profundamente, diez segundos para inhalar y diez para exhalar. Obtendrá mayor provecho de este ejercicio si coloca los puños firmemente contra sus costados al nivel de las costillas inferiores, y hace el ejercicio ante un espejo. Se sorprenderá en pocos días de ver la flexibilidad que ha adquirido la estructura inferior de las costillas.

EJERCICIO PARA LA SESION COMPLEMENTARIA

     La segunda treta de la respiración es la respiración nasal adecuada. Las mayores dificultades para el orador novel provienen de la inhalación incorrecta. Causa nerviosidad, pensamiento confuso, y, lo que es peor, esa calamidad del orador, la boca seca, que algunos atribuyen a nerviosidad, pero no hay tal. Por ignorancia respiran incorrectamente, y esto seca la boca, y la boca seca agrava su nerviosidad. El remedio común para aliviar esta sequedad ha sido el de tomar sorbos de agua a intervalos; pero esto, a más de ser poco bien visto, es más temible para el novicio que el mal que intenta curar.
     El remedio adecuado es la salivación natural. La saliva no fluye libremente a la boca sino cuando uno respira por la nariz. Es muy escasa cuando se respira por la boca. Pero durante una conversación rápida y sostenida es necesario tomar aire muy frecuentemente en breves tragos.
     Sin embargo, uno no puede detenerse para cerrar la boca e inhalar ruidosamente por la nariz cada vez. Lo que tiene que aprender es la treta de los oradores, de inhalar silenciosamente por la nariz sin cerrar la boca. Ensaye y verá que hay dos maneras de inhalar por la nariz.
     Pruebe primero la incorrecta. Cierre la boca y aspire como oliendo algo. Sentirá el frío del aire al entrar por su nariz. Ahora pruebe el modo correcto.  Tenga la boca ligeramente abierta. Oprima la parte posterior de la lengua contra el paladar como si fuera a decir “que”. Ahora respire de modo que sienta la entrada fría de aire en el extremo interno del conducto nasal o parte posterior de las ventanas de  la nariz. Al hacerlo así tendrá la sensación metálica bajo los lados de la lengua que señala el fluir de las glándulas salivales.
     Este es el antiguo secreto de los oradores, por el cual se pagaba tanto en un tiempo. Y este es el modo de aspirar que tiene Ud. que aprender, hasta hacerlo habitual cuando lee o habla. Debe aprender a aspirar de este modo mientras habla, a pequeños tragos, dejando las aspiraciones profundas para las pausas solemnes. Verá Ud. al adelantar en este curso que el hablar requiere respirar mucho más frecuentemente de lo que ha acostumbrado a hacer, con el fin de mantener la presión necesaria para darle potencia a la voz.
     Hay otra treta para humedecer la boca; para emplearla sólo en una emergencia. Es la que usan los cantantes durante un reposo en el canto. Consiste en bostezar con la boca cerrada. Provoca salivación de las glándulas anteriores. Aprovéchelo cuando haya olvidado por largo rato el otro método y se encuentre con la boca seca.
     Ahora, que toda la clase ensaye este método de respiración nasal. Cada uno, por turnos, lea un corto pasaje de un libro, y, sin cerrar los labios, levante la parte posterior de la lengua y tome una bocanada de aire a cada pocas palabras. Sin ruido. Verán que es cuestión de la VOLUNTAD como respira uno. Lo de la sílaba “que” es apenas para comenzar, mientras la respiración correcta se hace habitual.
     Todo esto parece trivial pero es muy importante. Es el principio del tratamiento para acabar con la nerviosidad y adquirir equilibrio en la plataforma.

TAREA DIARIA PARA LA SEMANA COMPLEMENTARIA

     Continuar con la respiración diafragmática por 5 minutos diarios. Hágalo en cualquier momento del día, cuando se acuerde. Dedique otros 5 minutos a la inhalación nasal con la boca entreabierta. Después tome un libro y lea en voz alta tratando de inhalar de esta misma manera.
     No puedo concluir este capítulo sin recalcar otra vez sobre la importancia de la respiración correcta, no sólo para dar conferencias sino para la salud misma. Muchos se enferman por falta de cuidado del conducto nasal. Aspirar por la boca no es sano. Sólo la respiración nasal energiza, activa las glándulas y da poder, porque la nariz tiene los medios para extraer prana del aire. Las ventanas de la nariz deben abrir bien, y pueden beneficiarse por el ejercicio como cualquiera otra parte del cuerpo. Si Ud. desea hacerlo, irrigue los pasajes con una solución salina suave, usando un atomizador si quiere. Luego masajee los lados de la nariz con los dedos. Además de mejorar la salud con este tratamiento, constituirá la base para respirar eficientemente, lo cual a su vez es la base para hablar eficientemente.









RECUERDE QUE:

Somos oradores potenciales con impedimentos.
Nuestra tarea es quitar impedimentos.
                                      
                                                      Postura incorrecta.
                            Físicas                               Mala respiración.
                                                      Fallas de la voz (estorban la fluidez de pensamientos).
                                                      Nerviosidad.
                                                   
                                                      Falsa modestia (vanidad invertida).
                                                      Temor de que en el público conozcan el tema mejor que        
BARRERAS Morales                         nosotros.
                                      Pereza.
                                                 Complejo de suficiencia o superioridad.                                                   
                                                                                                            
                                                      No darles beligerancia (somos suficientemente capaces).
                                                      El mal no está en nuestras mentes sino en las tretas que 
                              nuestras  emociones les juegan.
                           Mentales           Falta de disciplina.
                                                      Estudio insuficiente.
                                                      Mala memoria (concentrarse en las cosas esenciales y  
                                 principales) .
                                                    
                                                     


























Capitulo II  

 

POSTURA


            Ya que hemos comenzado con la respiración, que es la primera necesidad para un orador, y que hemos indicado algunos ejercicios que el estudiante hará bien en continuarlos durante el curso, si tiene el propósito y la paciencia necesaria, nuestro siguiente paso tiene que ver con el control muscular.
            Las primeras dificultades del novicio en oratoria son como la indigestión, fácil de curar, si uno sabe qué se la produjo. Pero con frecuencia sucede que uno ha comido varias cosas, cualquiera de las cuales pudo haber causado la molestia. Así en la oratoria hay tres cosas que pueden dificultar la expresión y a veces hacerla casi imposible. Son: Mala respiración, mala postura y movimiento, y mala inflexión de la voz. Las tres cuartas partes de todos los fracasos se deben a una u otra de ellas.
            El viejo consejo de los sargentos en el ejército, sobre la postura, era meter la quijada y el abdomen, sacar el pecho, y ponerse de pie. Con sólo hacer esto una vez veremos que es tan artificial como una camisa de fuerza, y casi tan incómodo: hay tres cosas rígidas donde debiera haber libertad perfecta.
            La regla respectiva del actor y del bailarín es simple y natural: Levante la coronilla de la cabeza como tratando de tocar un objeto que está encima de ella. Tan pronto haga Ud. esto, su cuerpo entero quedará bien colocado, como sucede, con una marioneta cuando la levantamos de sus cuerdas. La quijada queda donde el sargento la quiere pero sin que uno tenga que meterla, el pecho queda fuera, y el estirón sobre los músculos abdominales coloca el abdomen en su verdadero sitio.
            Pero lo más notable y lo más útil para Ud. como orador es el cambio de sensación respecto a los brazos y piernas. Las manos, que siempre son un estorbo para el que no sabe pararse bien, parece que hubieran desaparecido. El foco de la atención que nos hacía sentirlas como un peso muerto de carne y hueso, se ha transferido al brazo, cerca al hombro, y las manos cuelgan ligeramente y sin estorbar a lado y lado. Pruébenlo, cada uno de Uds. Nunca se habrían supuesto que la posición colgante de sus brazos es tan atrás como lo es ahora. Lo mismo, cuando den un paso, el foco de la atención de las piernas se habrá trasladado de las pantorrillas a los muslos y caderas, y las extremidades inferiores y los pies se sentirán ligeros. Al caminar no arrastrarán los pies, ni los botarán adelante, sino que los moverán libremente.
            Esa es la manera como debemos estar de pie siempre, y después de un pequeño esfuerzo y pensar un poquito sobre ella, esa posición se volverá no sólo habitual sino muy cómoda. Amplía el espacio pulmonar, promueve la actividad en el tracto intestinal, y hace fáciles y vigorosos los movimientos. Voy a agregar un poco de esto a las tareas diarias sucesivas. Uds. pueden hacerlo o no, como gusten; pero no me culpen si ven que las manos y los pies les estorban en sus conferencias, y si los preocupan temblores tontos de su cuerpo mientras su mente debe estar concentrada en su tema.
            El punto siguiente es el caminar. Claro que en una conferencia no tienen que andar, pero por lo menos pueden querer moverse de un lado a otro de la mesa, o al frente a recibir un ramo o atrás a escapar de un ladrillo.
            El arte de caminar implica, primero que todo, el de ponerse bien de pie. Nunca deben descansar igualmente sobre ambos pies a la vez, sino siempre poner el mayor peso en uno. Con el otro se guarda el equilibrio. Este último se deja quietamente sobre el suelo, usándolo para equilibrarse, y en cierto sentido, para tantear el camino, como si dijéramos.
            Supóngase que está Ud. de pie, con los pies juntos al ángulo acostumbrado de 45 grados, y quiere dar un paso adelante; entonces adelanta el pie equilibrante unos 15 centímetros, coloca su peso sobre él, y da el paso. Si quiere retroceder, mueve el pie equilibrante unos 15 cm. y traslada su peso a él; y entonces se mueve suavemente y sin esfuerzo. Pero si tiene el peso cargado sobre ambos pies y quiere moverse, tiene que aligerar uno y levantarlo con un movimiento como el de un animal sacando el casco de entre el barro.
            Estas son las dos cosas fundamentales: Posición correcta y facilidad de movimientos de un lugar a otro. Quizá algunos de Uds. las han practicado durante largo tiempo, y en tal caso han adelantado mucho en el camino de mantenerse cómodamente en la plataforma. Si no, son fáciles de adquirir, pero tendrán que practicarlas en su casa, en su trabajo, y en todas partes. Pero no acumulen todo esto en sus ejercicios aquí durante la clase. Sino practíquenlas en sus ratos libres, hasta que se les vuelvan habituales. Son normas que hay que esforzarse por lograr, y sin las cuales nunca se sentirán cómodos en la plataforma. Son tan sencillas de aprender, y tan remuneradoras, que el estudiante prudente las adquirirá.
     Hay otra cosa necesaria sobre la cual sí voy a insistir durante todos sus ejercicios en las clases. Se la llama “conectarse a tierra”, y es la mayor protección contra el nerviosismo. Y desde el comienzo mismo deben practicarse en todos sus ejercicios de lectura y oratoria durante estas clases.
     Consiste en “sentir” su peso en la pierna sobre la cual se afirma, y “sentir” que agarra el piso con ese pie. Esto tiene dos grandes virtudes para Ud.. Evita el temblor nervioso de las piernas, que reacciona tan destructivamente sobre sus pensamientos, y también da poder a su voz. Lo vuelve a Ud. como un diapasón enterrado. Si golpeo un diapasón y lo dejo vibrar en el aire, da un débil “ping...” . Si asiento su base firmemente sobre la mesa, el sonido se hace lleno y penetrante y su tono más claro. Dos cosas han sucedido. La una es que la vibración se ha transferido al extremo principal del diapasón donde se produce el sonido, y el tono se ha purificado librándose de notas secundarias. La otra es que la mesa se ha convertido en una placa resonante que amplifica el volumen del tono.
     De ambas cosas necesitamos, no sólo por bien del auditorio sino por el bien del orador mismo, pues le dan confianza y disminuyen el esfuerzo que tiene que hacer. No tiene entonces que luchar para hacerse oír.
     Cuando “siente” su peso en la pierna firme, y “siente” su pie seguro en el piso, no ha aumentado de peso, claro está. Lo que ha hecho es fortalecer su pierna por tensión muscular, de modo que ya no le tiembla como temblaba el vástago del diapasón en el aire, sino que se ha convertido en un pilar firme que concentra la vibración de su voz en la parte superior de su cuerpo. Más adelante lo probaremos.
     Es cuestión de experiencia entre instructores de oratoria y elocución que nueve de cada diez principiantes descansan muy levemente sobre sus pies, y sus palabras suenan, por lo tanto, sin fuerza y sin alma. Es por esta razón que al principiante se le enseña a “hacer buen contacto” como medio para tener confianza, y descubrirá que la mejor manera de hacerlo es atesando los músculos de la pierna desde la cintura hacia abajo y, manteniéndolos así la mayor parte del tiempo. Al principio será un poco pesado para los músculos y el novicio descansará según lo necesite. Pero en el curso de su práctica, adquirirá inevitablemente aquel ardid de los oradores de usar una tensión de la pierna en que se afirma para darle énfasis o vigor a lo que está diciendo.
     Esto suena gracioso pero no lo es. Uds. tal vez creen que cuando la voz de un orador suena resonante está él sobrecogido de gran emoción. Puede que algunos lo estén, pero no los buenos oradores o actores. Ellos son artistas, y para ser buen artista debe uno saber controlarse. El que se deja dominar por sus emociones farfullará como un idiota. El buen orador domina su cuerpo a todo momento. Transmite sus sentimientos por medio del control muscular directo. Se cuenta que el gran actor Talma, cuando se representaba Hamlet, estaba entre bastidores hablando de las cosas más triviales hasta que llegaba su momento de actuar. Entonces, repentinamente entraba en acción, y en un tono que conmovía al auditorio pronunciaba sus frases. ¿Cautivado por una gran emoción? No. Su cuerpo estaba cautivo de una gran voluntad, y antes de pronunciar sus primeras palabras le imponía las tensiones musculares correspondientes a la emoción que tenía que representar. Si le hubiera tocado vivir todas las emociones de sus papeles, habría ido a dar a un manicomio antes de un año.
     He aquí cómo lo decía Delsarte: “La acción muscular es resultado de la voluntad y precede y da calidad al sonido que Ud. desea emitir”. Lo probaba de muchos modos. Veamos uno. Deje colgar suelta su mano y diga, “Cierre la puerta”. Ahora átese un poco los músculos de la palma y diga. “Cierre la puerta”. ¿Observa la diferencia en la calidad de su voz? Ahora ponga tensa la mano como una garra, con toda la fuerza que pueda, y dígalo otra vez. Póngase de pie con ambas manos tensas, afirme los pies en el suelo con todo el peso que pueda darles, y vuelva a decirlo. Su tono será de ira horrible e implacable. Pero Ud. no está furioso. Simplemente está atesando los músculos como lo haría un hombre iracundo.
     Posiblemente Ud. no necesitará jamás toda la gama de emociones representadas que un actor utiliza, ni las de un orador florido tampoco; pero si necesitará saber la teoría de esto, y debe aprender a aplicar esa teoría a sus necesidades como orador.
     Su primera necesidad, entonces, es fortaleza, y confianza en su fortaleza, para lo cual debe aprender a pararse vigorosamente sobre el piso. Los músculos de su pie, pierna y cadera deben estar tensos, y la parte superior de su cuerpo flexible y capaz de movimiento en todas direcciones. Esto es difícil al principio, y lo probable es que uno se sienta todo rígido.
     Una vez que se haya suprimido esa tembladera de las piernas y se haya convertido en un pilar seguro con una voz más llena, se sentirá más feliz que nunca en una plataforma, y esa nueva confianza le dará más libertad para decir lo que piensa. Esa confianza es la que estamos tratando de adquirir trabajando.
     Verá Ud. que le sobran cosas que decir si logra aquietar lo que le ha impedido decirlas. Si su cuerpo está flojo, como una jalea, será una continua barrera para Ud., lleno de automatismos incontrolados y de distorsiones tontas e inefectivas. Si Ud. lo domina se convierte en una caja de resonancia perfectamente diseñada para su voz. Hay tanta oportunidad de sacarle bellas palabras a un vehículo físico flojo, como de sacarle buena música a un violín despegado.
     Una palabra acerca de su calzado, que no la necesitarán los hombres y algunas mujeres tampoco. Ud. no puede hacer buena labor ahora con tacones altos. Posiblemente más adelante, aunque lo dudo. Use calzado amplio, natural, de tacón bajo, de modo que pueda colocar las suelas bien sobre el piso.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     Quiero que lean esta noche, en parte por el beneficio de la práctica misma de leer, pero más que nada para que ensayen algunas de las cosas de que he hablado. Primero, cado uno de Uds. ensaye a pararse como he dicho y vea si es así. Vea si el cuerpo se mantiene en línea. Claro que no tendrán Uds. que seguir por el resto de sus vidas pensando en un objeto imaginario sobre sus cabezas. Ese no es sino el medio de adquirir la posición correcta al principio, y para probar de vez en cuando si su cuerpo se conserva erecto o no. Vea también lo que digo acerca de pasar el foco de atención del antebrazo al brazo superior. ¿Dejan de estorbarles los brazos? ,  ¿Y los pies?.
     Con el caminar también pueden experimentar ahora un poco para ver si lo hacen con facilidad, pero la práctica de esto, lo mismo que la de mantenerse en pie, es cosa que tendrán que hacerla fuera de la clase.
     Ahora veamos la lectura. Supongo que tendrán Uds. una especie de atril o mueble para sus conferencias, y que es sólido. Si no lo tienen les recomiendo que consigan uno, de unos 40 cms. en cuadro, 1,10 mts. de alto en el frente y 10 cms. más de alto atrás para que la tapa sea inclinada. Con 4 patas firmes. Esta mesa-atril debe usarse con discreción. No es para recargarse en ella, sino para colocar sus notas, y Uds. pueden, si quieren, descansar un brazo sobre ella, o agarrarla con la mano para las tensiones musculares de que hablé. En ningún caso vayan a reclinarse contra este mueble de medio lado. Y menos aún colocarse tras él y doblarse sobre él embutiéndoselo en su tórax inferior.
     Ese mueble es su base de operaciones. Es su casa, un lugar de reposo, y el mejor plan al principio es aprender a estar firmes al lado de él con un brazo sobre él, y acostumbrarse a guardar esta postura durante toda la conferencia. Cuando Ud. gane en bravura y quiera aventurarse un poquito, puede alejarse de él con la confianza de que tiene un sitio seguro a donde ir si se ve en dificultades. Les recuerdo que estas no son chanzas, sino cosas de enorme importancia para el principiante.


     Ahora, que el líder consiga un libro y pida a cada miembro del grupo que lea una media página. Cualquier libro sirve, pues lo que importa no es el tema sino establecer comodidad y confianza. Coloque el pupitre cerca de los oyentes, y haga que esta lectura sea en tono de conversación. Que cada lector se ponga de pie detrás del pupitre pero sin tocarlo. Que lea una frase con el cuerpo suelto, sin ninguna de las tensiones de que hablé. Ahora que lea otra frase atesando gradualmente los músculos de la pierna –todos los músculos, pie, pierna, muslo y cadera—y plantándose con firmeza. ¿Ve Ud. como la voz se afirma y redondea?. Ahora, que ponga una mano sobre el pupitre agarrando firmemente el borde, y apoye el antebrazo con firmeza sobre la madera. ¿Aumenta el tono vocal? Ahora que ensaye esto por experimento: que ponga los codos sobre el pupitre y apoye el mentón en las dos manos. Que lea. Verán Uds. que aumentando la toma a tierra aumenta el volumen del sonido. Claro que nadie habla así jamás, pero el efecto es instructivo. Ese es el tono que puede uno obtener cuando asienta bien los pies y mantiene el cuerpo coordinado como lo estará dentro de unas pocas semanas.
     Que cada miembro haga esto mismo, no para mostrar si sabe leer bien, sino para que se convenza de que pararse bien es un medio de sentir confianza y de elocución dinámica.

TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Siga con las dos clases de respiración, la diafragmática por cuatro minutos con lavado de aire de los pulmones por un minuto, y la respiración nasal con los labios entreabiertos, por cinco minutos.
     Practique la posición erecta y el caminar, por 5 minutos diarios, para familiarizarse con éste. Claro que la verdadera práctica de esto no será en esos 5 minutos en la casa, sino en cualquier momento del día en que se acuerde. Ensáyelo al caminar por la calle o en su trabajo. Cuando tenga que atravesar una sala acostúmbrese a comenzarlo con el pie equilibrante. Lo mismo al retroceder, y al darse vuelta sin titubeos. Saque un pie al lado y de la vuelta con soltura. Planee su movimiento antes de hacerlo. Al fin se volverá instintivo. El arte de caminar economiza pasos y es muy provechoso. En la plataforma importa más de lo que la gente cree. Da confianza, y la confianza es la mitad de la batalla ganada.

EJERCICIO PARA LA SESIÓN COMPLEMENTARIA

     Después de haber leído en alto todo este capítulo, dedíquese el resto de la sesión a la lectura como antes, y ojalá que cada miembro pueda hacerlo dos veces. Esta vez colóquese el pupitre a un extremo de la sala y que todos los demás se sienten lo más lejos posible. Que esta sea la regla de la clase de ahora en adelante. Que el que lee o hable lo haga de modo que se le oiga en todo el salón, lenta y firmemente, y procurando hacerlo como si estuviera improvisando. Cada uno imagine que alguno de los presentes ha estado argumentando con él sobre algo, y que el pasaje que está leyendo resuelve completamente el argumento a favor suyo, convenciendo al otro, metiéndoselo en la cabeza. Haga que él lo comprenda a Ud. Más adelante necesitará Ud. hacerlo así cuando hable, y ahora puede usar la lectura como un camino para llegar a ese final.
     Un pequeño consejo aquí para los miembros excesivamente nerviosos. Traten de no pensar a qué hora les llega su turno. No piensen en esto hasta que los llamen. Déjense coger de sorpresa. Esta es una regla también para las conferencias en forma. Hay que preparar su conferencia hasta el último detalle. Luego no pensar más en ella, por cualquier modo posible, hasta que esté Ud. ya de pie para decirla. Si ensaya y revisa y se afana y se agita, será como el corredor que empieza a tomar vuelo un kilómetro antes y está ya todo agotado cuando llega  al punto de partida. El orador que cruza el puente demasiado pronto está vencido al comenzar.
TAREA DIARIA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Continúe los 5 minutos diarios de ejercicios de respiración abdominal y lavado pulmonar. De pie ante un pupitre o una cómoda alta, lea en voz alta por diez minutos diarios. Mientras lee, aspire por la nariz sin cerrar la boca. Mantenga una buena “tierra” y practique atesar los músculos de las piernas para dar énfasis cuando lo  necesite la lectura. Escoja un libro que quiera estudiar. No hay nada que afirme tanto un libro en la mente como leerlo en voz alta así.

RECUERDE:
                                                          Mala respiración
Tres cosas que pueden                   Mala postura y movimiento
dificultar la expresión                    Mala inflexión de la voz


         Conectarse a tierra es la mayor protección contra el nerviosismo.
           Aprenda a pararse vigorosamente sobre el piso.
           Le sobrarán cosas que decir si logra aquietar lo que le ha impedido decirlas.
           Cuando hable imagine que alguno de los presentes ha estado argumentando con Ud.    
           sobre algo, y que lo que Ud. dice resuelve completamente el argumento a favor suyo,
           convenciéndolo, metiéndoselo en la cabeza. Haga que él lo comprenda a Ud.
           Prepara su conferencia con suficiente anticipación hasta el último detalle.
           Luego no piense más en ella hasta que esté Ud. de pie para decirla.
           No llegue agotado a la plataforma del conferenciante.
           Su lectura en voz alta hágala en tono de conversación, como si estuviera improvisando.


     











   








Capítulo III


LA VOZ

     Llegamos ahora a la tercera de las cosas necesarias para hablar en público, y si Uds. se han tomado el trabajo de seguir las dos primeras instrucciones sobre respiración y postura les dará poca dificultad, aunque tendrán que esperar más por los resultados, porque una buena voz no se obtiene con tretas sino que se desarrolla gradualmente.
     Sin embargo existen métodos simples para hacer su voz mucho más potente, es decir, para libertar su voz natural actual de los impedimentos y malos hábitos que sufre.
     El fundamento del poder vocal es la reserva de aire en el depósito pulmonar, y ya les he indicado el medio de habituarse a mantener ese depósito lleno y bajo control a todo momento. Puede que Ud. no haya tenido buen éxito en establecer ese hábito. Y puede que Ud. no se haya esforzado mucho para lograrlo. Si lo ha conseguido, estará listo a aprovechar esta lección. Y si no, tal vez vea en esta lección por qué debe empezar ahora a desarrollar ese hábito.
     La primera cosa que el poder vocal hace por nosotros es capacitarnos para ser oídos fácilmente. Al llegar aquí algunos estudiantes me dejan. Dicen, “Yo puedo ser oído en una sala del tamaño de las que puedo pretender usar. Eso es todo lo que quiero. Yo no iré a hablar nunca en un gran salón”. Y si esta fuera la razón principal para desarrollar la voz, tendrían razón. Pero no lo es.
     La segunda cosa y seguro que la más importante, que el poder vocal confiere, es su efecto sobre el orador mismo. Su voz saca una vibración de todo su cuerpo, tal como la vibración de una cuerda lo hace con el cuerpo de un violín. Si tiene un tono correctamente afinado y poderoso, aunque hable apenas en la voz baja adecuada para una sala pequeña, la vibración que lleva a su cabeza y cuerpo va a darle confianza y más fluidez de ideas. Si tiene una voz mal afinada de tono pobre, esto va a resquebrajar su confianza y destruir sus ilaciones mentales.
     Cuando un orador lucha por ganar tiempo y vacila, deteniéndose a veces por largos intervalos a la caza de palabras que decir, la gente, y él mismo, piensa que se le agotaron las ideas. De ideas está bien. Pero con una nota discordante tras otra las ha dispersado en todas direcciones. Cuando un orador bisoño dice: “No encuentro dificultad para explicarle cosas a un amigo, pero otro es el cuento cuando estoy sobre una plataforma. . .”, bien puede Ud. decirle que la culpa no es de la plataforma. Sino que cuando Ud. levanta la voz sobre el tono confidencial que usa con un amigo, hace ruidos tan horribles que transmiten la perturbación al tejido nervioso por donde sus pensamientos pasan a la acción muscular de articularse.
     De modo que si no puedo yo persuadirlos a Uds. a desarrollar su voz por razones de fraternidad y bondad hacia sus oyentes, quizá pueda persuadirlos de que un pequeño esfuerzo será del máximo valor para Uds. como coordinador de sus energías y como aglutinador de su cuerpo en una unidad; como dador de confianza, y como elemento que los libera de los desagradables choques internos que los hace titubear y hacer “jum” y “ah”, etc., y olvidar.
     Lo primero que cada uno de Uds. probablemente tendrá que hacer es bajar su tono conversacional ordinario un medio todo. Esta es una regla artificial que se ofrece para propósitos experimentales. Puede que no resulte con todos Uds., aunque en la mayoría producirá una mejoría inmediata. La tendencia de casi todos es entonar su voz demasiado alto. Lo hacen por razones de pereza y falta de disposición a ejercitar los músculos de la lengua, garganta y labios. Hablando en tono alto sueltan las palabras con el esfuerzo mínimo.
     El primer efecto de hablar en un tono más bajo es que se articula con más claridad, y se corrigen costumbres que se han adquirido inconscientemente de juntar palabras o pronunciarlas indebidamente. Usando un tono más bajo se dará Ud. cuenta inmediatamente de esos defectos y procederá a corregirlos.
     El segundo resultado es el de hacerlo respirar con más cuidado. Es decir, lo obligará a tener una presión más constante en la parte inferior de los pulmones, que es la que se necesita para hablar en un tono más elevado.
     La tercera ventaja es aún más importante: Bajando su tono un poquito, habrá dado el primer paso para algo muy esencial en oratoria –LA CONCENTRACIÓN DEL TONO AL PIE DEL NIVEL DE LA GARGANTA. La importancia de esto se verá mejor después de alguna práctica. Al principio se siente una ligera desventaja en esto, pero al perseverar se nota que esta concentración de la voz nos da fuerza y confianza. La razón de esto es que crea una vibración sobre el plexo detrás de la faringe. Este centro nervioso es un cerebro secundario que gobierna el poder de la palabra. Tan importante es esto que el orador con una voz bien colocada alcanza alturas que antes le eran imposibles. Este plexo es el centro oculto que corresponde a la palabra. Es el chakra Vishuddhi.
     Esto es algo que Ud. debe ensayar esta tarde y más adelante cuando empiece a hablar desde una plataforma. Requiere práctica para mantener la voz uniformemente colocada. Inevitablemente los tonos se treparán a la cabeza, especialmente cuando quiere dar más énfasis a una palabra. Lo que tiene que aprender Ud. es a dar ese énfasis por una presión extra del aliento, y hacer que el tono se escape horizontalmente en vez de verticalmente, por así decir. Ejemplo: “Por cuanto hicisteis con la MAS PEQUEÑA de estas. . .” Si se le da énfasis al “más pequeña” elevando el tono al cráneo, se obtiene un tono destructivo que deja la mente en blanco por un momento. Póngase un poco más de fuerza, y hágase escapar el tono lateralmente, como anchando la lengua. En ambos casos, el tono sale de la boca. Lo que hay que vigilar es la reverberación interior. Si se la deja subir a los centros de la cabeza, los entume. Si se la mantiene en el centro de la garganta, puede uno conservar todo su ingenio.
     No se puede aprender todo lo relativo a Vishuddhi en un ensayo como éste. Tiene Ud. que practicar. Al principio le parecerá a Ud. algo difícil esta regla y que su voz es monótona. Eso es una ilusión. Cuando haya aprendido a usar la cavidad pulmonar como un cono flexible, y haya dominado el arte de mantenerla llena y lista para uso constante, poseerá Ud. una amplia gama de tonos para hablar, no para cantar. Aprenderá a dar colorido por otros medios que el de hacer recorrer a su voz todos los tonos de la escala, como lo ha estado haciendo.
     Esta dificultad es mayor para las mujeres. Muchas creen, erradamente, que la voz femenina natural es atiplada o aflautada. Esa es una ilusión creada por generaciones de sopranos operáticas. La mejor voz femenina en oratoria tiene la calidad de un tenor, y, bien entrenada, muestra ese timbre suave tan frecuente en las buenas actrices. A medida que las estudiantes del grupo continúen leyendo y hablando desarrollarán gradualmente este tono. Deben evitar que los tonos se suban a la cabeza, y esforzarse por mantenerlo en la garganta.
     Algunos se quejarán al principio de que su voz no va lejos. Pero esto no es cuestión del tono. Es cuestión de potencia (la cual no es sino presión de aire), y de articulación; y ambas cosas se gobiernan con la intención. Si pronuncia cada sonido con la intención firme de que se le escuche hasta en la última hilera de asientos, se escuchará. Esa intención hace que uno pronuncie con más claridad y ponga más fuerza en el sonido. No necesariamente más volumen. Un buen actor puede susurrar tan audiblemente como nosotros podemos gritar.
     Hay otra dificultad común. Es el desperdicio de aire en la articulación. La potencia de la voz la da la presión de aire en los pulmones. El respirar profundamente da mayor presión. Pero no debe usarse tanto aire al hablar que se agote la reserva a cada pocas palabras. Hay que practicar el arte de conservar el aire y economizarlo. El mejor medio de probar su capacidad en este sentido es muy antiguo y sencillo: Mantenga una vela encendida a 15 o 20 cmts. de su boca y recite lentamente; debe poder hacerlo sin hacer titilar la llama. Algunas palabras son fáciles, pero ciertas consonantes tienden a hacernos desperdiciar el aliento, como por ejemplo la “j”. Pero aún estas pueden ser controladas a fuerza de práctica, como lo verán Uds. después de unos pocos momentos.
     Tras medio minuto de controlarlas y de hablar con cuidado, comenzarán Uds. a sofocarse y tendrán que hacer alto para dejar salir el aliento y tomar una nueva bocanada. Entonces verán qué es lo que ha estado sucediendo. Demasiado perezosos para hacer dos operaciones a la vez, respirar y usar el aliento para producir la voz, han hecho de las dos una y han estado exhalando mientras hablan. Es decir, en vez de tomar aire normalmente por la nariz, usando el que se necesita para la voz y exhalando luego el resto, exhalan todo con la corriente de sus palabras.
     Para salir de este error que se refleja en la pronunciación, tienen Uds. que fijar dos sistemas, lo cual no es muy difícil, pero sí es esencial para tener un tono controlado con toda la fuerza y el volumen necesarios. La mente cabalga sobre el aliento, como ya dije, y si no controlan el aliento no podrán controlar jamás la mente. Por tanto, en este capítulo les recomiendo especialmente estas dos cosas: el centro Vishuddhi en la garganta, y la llama que no debe titilar. Cuando hayan aprendido a crear un tono rico y flexible que llena su garganta pero no trepa a su cabeza, y cuando puedan convertirlo en sonidos que salen con calma de su boca, tendrán Uds. una facilidad para expresar sus ideas, las cuales serán abundantes, o si no, no estarían Uds, en este movimiento Teosófico.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SEMANA


     Que los estudiantes lean por turnos, 5 minutos cada uno, de un buen libro. El lector a un extremo del salón, y los oyentes al otro extremo más lejano, que es como se hará de ahora en adelante en todas las prácticas. Esto hace no solamente que el orador extienda su voz, sino que no sienta molestia de hablarle a un auditorio desperdigado. Esto es muy importante.
     Ahora, lo primero que quiero que cada uno haga es escuchar su propia voz. Coloque sus manos en forma de copa detrás de sus oídos, como una extensión de ellos, y recite en voz alta alguna frase o pasaje que sepa de memoria. Así es como su voz suena para los demás. Es como verse uno de perfil: no sabía uno como es. Tampoco sabía como suena su voz. Generalmente notaremos cosas que quisiéramos corregir. Algunos sonidos son excelentes, pero otros todo lo contrario. Tonos nasales, tonos cascados, etc.
     Haga algunos experimentos. Cuente, por ejemplo, lentamente, varias veces, con las manos tras los oídos –uno, dos, tres, cuatro, cinco, etc.. Observe bien los defectos. Enuncie horizontalmente, como les dije. Repítanlo, colocando la voz en la garganta, y poniendo a trabajar el pecho. No al pie del cuello, sino en la garganta, donde uno traga, pero debajo de la úvula. La úvula es el punto superior de una corriente pránica que sube del tórax llevando la voz. Es el vórtice central en ese aliento que le dije que recuerde que es Ud.
     No crean Uds. que esto no tiene importancia. La tiene, enormemente. Cuando las vibraciones de su voz se centralizan en el plexo de la faringe, alimentadas y energizadas por el vórtice de prana interior, estarán Uds. usando fuerzas naturales y poderosas que le darán fluidez y confianza. En cambio, si las dejan derramarse incontroladas por el cráneo, están desafiando Uds. la primera ley de la oratoria, y les prometo que empezarán a vacilar y tartajear y olvidar.
     Ahora, tome tres respiraciones hondas para lavar los pulmones, y lea por 5 minutos. Trate de mantener el tono centrado, conteniendo la vibración en la boca y sus partes, garganta, paladar, dientes, labios y mandíbulas. No será fácil al principio. Persevere constantemente hasta formar el hábito. No espere hacerlo perfectamente esta primera vez. Si continúa practicando durante todo el curso, al final estará haciéndolo magníficamente, y dentro de un año en forma excelente. Vale la pena practicar. Mejorará la voz y mejorará también la expresión, que es lo más importante. Lo Bueno, lo Verdadero y lo Bello se juntan primero en la Palabra hablada.

     


TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA

      Siga los ejercicios de respiración, postura y caminado. Si Ud. los ha estado haciendo puntualmente desde que empezó el curso, ya ahora le serán bastante habituales. Si no los ha hecho póngase a ello desde ahora, y domínelos antes de que entremos a la preparación del material. Entonces tendrá otras cosas que hacer. Lea 5 minutos practicando esta concentración de la voz y cuidándose de la enunciación. De esta última trataré más adelante con más extensión. Lea en alta voz. Si con ello molesta a alguien, enciérrese en el baño y abra todas las llaves. Entonces puede gritar hasta ponerse ronco.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SEMANA


     Léase todo el capítulo nuevamente. Que se alternen todos los miembros del grupo para que cada uno lea dos veces de a 5 minutos, lenta y firmemente, pronunciando con toda claridad las vocales y las consonantes. No le hará daño leer con un poquito más de precisión de la que necesita en la plataforma. Que el líder vigile en cada miembro la firmeza de la postura y lo lleno del tono, con ausencia de tonos nasales y de la cabeza. Véase también que el lector mantenga una elocución ligada, no staccato. Este ritmo es muy importante como medio para adquirir un poder importantísimo de que hablaré más adelante. Por ahora baste describirlo como una treta para “mantener el motor en marcha”, porque se asemeja a lo que hace un motorista cuando desconecta la transmisión sin parar el motor. Es una cosa muy difícil de describir, pero una vez que se desarrolla este poder no se perderá jamás. Cuando uno lee rítmicamente es consciente de una vibración pareja que continúa aunque uno haga silencio. Lo que sucede es que ese aliento o energía que uno es, y cuya manifestación vital en el habla es el vórtice pránico que sube a la garganta, se activa por el ritmo, y se convierte uno en un torbellino de fuerza. Un buen actor puede apagar o encender esto a voluntad, según quiera o no atraer la atención. Inexactamente lo llamamos “personalidad”. Pero más ciertamente es su vórtice. En el plano físico es apenas una sensación de movimiento. En el plano interno es en realidad un movimiento o una corriente.
     El leer rítmicamente es el medio más fácil de lograr esta sensación de continuidad, y Ud. hará bien en empezar a desarrollar esto ahora, cuando tiene las palabras impresas ante sus ojos y no tiene que ir construyéndolas. Encienda su motor y siéntalo ronronear antes de empezar a leer, y no lo apague hasta terminar. Cuando lo apague verá que sus oyentes se desprenden de Ud. . . . con alivio quizá. No sé. No lo oí leer a Ud.

TAREA DIARIA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Siga los ejercicios y la lectura. Puede parecerle aburridora esta lectura, y puede pensar que estoy posponiendo el hablar demasiado tiempo. En realidad estoy tratando de quitarle algunas de sus incapacidades físicas para que Ud. tenga el mínimo de barreras y el máximo de hábitos útiles de elocución antes de que comience a improvisar. Poner nuestras ideas en palabras bien ordenadas es tarea bastante dura sin tener que preocuparse de estos defectos de postura y de voz.
     Su Ud. es novicio, este curso no le aprovechará mayor cosa a menos que haga todos los ejercicios. Cualquiera puede leerlo en busca de indicaciones y luego olvidarlo. El estudiante que ha de llegar a alguna parte anclará bien a su conciencia estas indicaciones como HÁBITOS. Cualquiera puede darnos una indicación. Un hábito es algo que ningún poder en el universo puede darnos. Usted mismo tiene que formarlo.














          RECUERDE:

     El fundamento del poder vocal es la reserva de aire en los pulmones.


   









Poder vocal  










 

Para que su voz

vaya lejos.







Cuadro de texto: Practique esta treta para “mantener el motor en marcha”.
El leer rítmicamente es el medio más fácil de lograr esta sensación de continuidad. Encienda su motor y siéntalo ronronear antes de empezar a leer, y no lo apague hasta terminar.
















Nos capacita para ser oídos fácilmente.
Da confianza al orador y más fluidez de ideas.


Baje su tono conversacional ordinario un medio tono.




Voz bien colocada






Potencia (presión de aire)
Articulación (conserve el
aire y economícelo). 
Ejercítese con la llama que
no debe titilar.






















Se articula con más claridad.
Se respira con más cuidado.
Concentre el tono al pie del nivel de la garganta (chakra Vishuddhi).

Dar énfasis por una presión  
 extra del aliento.
Que el tono se escape  
 horizontalmente.



                                                          
   

                                                     






 





       







Capítulo IV


TEORIA DE LA EXPRESIÓN

     Hemos tratado sobre los tres medios físicos principales de la oratoria, y llegamos ahora a la segunda sección de nuestro trabajo que tiene que ver con la preparación, producción y arreglo del material de una conferencia. Pero antes quiero dedicar un capítulo a una evaluación que no podríamos haber hecho con tanto provecho al comienzo del curso. He de suponer que Uds. han hecho un esfuerzo razonable en las lecciones anteriores, y que, con margen para mejorar aún mucho más, ya pueden hacer las siguientes cosas:

         1 --  Pararse vibrante y flexiblemente erectos con  los pies anclados firmemente al 
                 piso, sin balanceos.
         2 --  Reunir la voz en el ápice giratorio de un cono interior de fuerza donde se
                 forman sonidos que son todos bellos e imponentes.
         3 --  Modificar por acción muscular ese cono, alargándolo, ensanchándolo, 
                 comprimiéndolo, acrecentando su potencia, y alimentándolo mientras habla con 
                 el aire del cual extrae su vida.

     Será un error de Uds. considerar estas cosas como proezas que han aprendido a realizar. Representan poderes purificados que se manifiestan después de que se han eliminado las cosas que no deben hacerse.
     La dificultad con nosotros como Egos es que no estamos sino medio despiertos. Cuando sentimos el afán de enseñar, estamos empezando a recordar algo. El hablar es gloria peculiar del Ego. El hombre animal se expresa a través de cuatro de los poderes activos (eliminación, procreación, locomoción, manipulación) pero es el Ego quien habla por él. Solo no puede sino proferir sonidos insensatos.
     Lo que estoy ofreciendo a Uds. es un medio de coordinar energías para un trabajo que hay que hacer. ¿Qué trabajo? ¿Aprender nuevas cosas? No. Recordar cosas viejas. Esta es la clave de todo el ocultismo. Una frase de oro en ocultismo la encontramos en la filosofía Hermética: “Al hombre, hijo mío, nunca se le enseña, sino que cuando él lo quiere, el dios le restaura la memoria”. Si dudan Uds. de esto que les digo, no tienen sino que completar este curso y probar si es así. Encontrarán la demostración de que Uds. como Egos están en medio de dos centros de vida, uno inferior al que están atados kármicamente y uno superior en el que son conscientes de su verdadero ser. El uno animal y el otro Divino. Situados en medio de los dos, pueden Uds. identificarse con cualquiera de ellos. Tres para fines prácticos, pero uno en verdad, metafísicamente.
     Somos un centro Divino de vida suspendido como si dijéramos entre el cielo y la tierra. Estamos en el campo de la mente y nuestro poder especial es formar imágenes mentales: función ésta que infortunadamente solemos cumplir bajo los dictados de nuestra parte mental. Por encima de esto está el mundo de Buddhi, que podemos alcanzar por la purificación de nosotros mismos. Somos conscientes de ese mundo por lo que llamamos intuiciones, las cuales no son vislumbres del futuro sino reminiscencias de nuestra sabiduría olvidada, nuestro tesoro en los cielos. Por eso nuestro trabajo es el de recordar. Hemos descuidado nuestra labor redentora. Hemos vivido en lo animal. Ahora estamos despertando de un sueño pasado y tratando de recordar quiénes somos y dónde estamos. Sufrimos de amnesia. Sabemos que somos Divinos, y que hemos vivido antes y seguiremos viviendo, que nosotros somos los responsables de nuestros sufrimientos, que la vida es cíclica; pero hemos olvidado los detalles. Y todas las filosofías religiosas y ocultas y regímenes esotéricos son estimulantes de la memoria.


     De modo que cuando Uds. estén en una plataforma teosófica pueden hacer una de dos cosas. Pueden repetir algo que han “aprendido” objetivamente, sin vida, inerte y frío, alguna teoría de otro que no entiendan bien, trozos de erudición atados chapuceramente, frases resonantes que no significan nada, estereotipadas. O pueden ir al lugar de su tesoro, y “recordar” y traer y poner en palabras cosas Divinas para compartirlas con los hombres. Si Ud. es un aprendiz medirá cuantitativamente su conferencia, por los hechos que cita. Si Ud. es uno que “recuerda”, la medirá por su vividez y su poder.
     Tal vez Ud. ha pensado que su almacén de conocimientos es uno o muchos libros. No. Un libro no es sino su talismán, su estímulo. Nietsche acertó cuando dijo;  “un gran libro es aquel que me hace fértil.” Conviene, sin embargo, que tengamos en cuenta este pasaje de una escritura Sikh: “Tú, que no estás sujeto a nacimiento y muerte, has venido a redimir al nacido. Has descendido por tu propia compasión, y tu deber es despertar la devoción en el nacido, para así redimirlo”.
     Nuestro verdadero almacén de Teosofía contiene cuatro clases de material, y como conferenciantes aprenderemos a usar todas cuatro. Son ellas:

     1.    Nuestra memoria consciente (y fácilmente recuperable) de eventos, ideas y formas.

     2.    Nuestra memoria inconsciente (momentáneamente olvidada, pero recuperable por 
             asociación de ideas).

3.          La memoria de vidas pasadas, que incluye la memoria de eventos, (que no 
                   importa), las facultades inherentes y facilidades y hábitos de pensar, que son de la 
                   máxima  importancia. Después de algún tiempo, el estudiante que no se contenta 
                   con sobreaguar  en niñerías, pierde su interés por los detalles necios y lo encuentra        
                   más grande en estas riquezas acumuladas en el pasado que pueden traerse al 
                   momento presente.

4.          La sabiduría cósmica de aquel elevado estado del cual vinimos a hacer este trabajo 
de redención. Sabiduría adquirida en ciclos de evolución muy anteriores, y susceptible de ser recordada, no como imágenes mentales o hechos, sino como poder intuitivo para penetrar más allá de los hechos y de las imágenes mentales. El poder de ensamblar y juntar.

     He ahí, pues, una escala de poderes interiores de la mente, que conducen a la liberación. Como también lo hace el sendero del esfuerzo creador, el cual es una especie de liberación muy intrigante.
     El primero de estos poderes, la memoria consciente, es en realidad una cosa muy sencilla, aunque muchas personas tienen la costumbre de hacer mucho ruido al respecto. Como sucede con todos los demás poderes mentales, su falta se debe a deficiencias emocionales. Cuando alguien dice “Tengo mala memoria” (y por cierta razón rara lo dice con cierto orgullo) en realidad lo que dice es “No tengo la fuerza moral para recordar”. No es una falta fundamental de habilidad. Es una falta de paciencia y laboriosidad, unida a un perverso hábito de envanecerse de una flaqueza hasta que se vuelve flaqueza de verdad. Jamás tienen dificultad en recordar cosas en las que sus deseos se han fijado. Si son adictos al café no tienen que cavilar y hacer sonar los dedos y repasar una lista de palabras que empiecen por “C” para recordar qué toman al desayuno. Se acuerdan de inmensa cantidades de detalles, en su mayoría basura: listas de nombres, direcciones, números de teléfonos, calles, lugares, de quién es primo de fulano, quién se casa con quién –en fin, un montón de cosas triviales.



     Pero con la memoria, como un fino instrumento, probablemente nunca se han entendido. Debieran ver los prodigios de memoria que los actores realizan en unas pocas horas. Cuando un actor empieza a estudiar su papel, al principio pasa un rato tan difícil como cualquier persona, pero con la diferencia de que otros se dan por vencidos, y él no. Usar la memoria es tan normal para él en su trabajo como tener dos piernas, nariz, etc.
     La mayoría de los sistemas nemotécnicos de alto precio son fútiles o dañinos y no dan sino destellos de memoria reproductiva. Las series artificiales de objetos sobre los cuales ha de colgar uno las cosas que quiere recordar, son estériles en cuanto a utilidad Humana, y a excepción de enseñarnos a visualizar lo que deseamos recordar, no valen la pena absolutamente para una persona que quiera usar en realidad su mente.
     Mucho más valioso, y mucho más útil para uno como estudiante y conferenciante Teosófico es el método nemotécnico en el cual se basa todo el ocultismo. El primer paso es ejercitar la memoria, preservando con cuidado y diligencia, para uso futuro, aquellas cosas que uno considera valiosas. Si encuentra uno algo que le interese, apréndaselo de memoria. No se quede mirándolo con la esperanza de retener la sustancia. Apréndase las palabras representándolas y repitiéndolas una y otra vez. Escríbalas en un papelito y reléalas en momentos perdidos. Empecemos con los Objetivos de la Sociedad Teosófica. ¡Ah, todo el mundo los sabe!. No, absolutamente no. De mi primera clase de treinta miembros ninguno llegó más allá de “Formar un núcleo de la Fraternidad Universal de la humanidad...” y la mitad de ellos omitió la palabra “núcleo”. Todos eran buenos estudiantes, pero habían tomado a la ligera los Objetivos.
     En cualquier momento que lleguen a una lista de planos o principios o etapas, que parezca de utilidad en el futuro, apréndase, repítanla hasta sabérsela. De vez en cuando vean si todavía la recuerdan, y refrésquenla. Aprendan Atma, Buddhi, Manas, Kama, etc. Las Cuatro Nobles Verdades y los Paramitas. Para eso fueron escritos. Grandes Sabios se mataron haciendo estas clasificaciones para nosotros, y nos contentamos con mirarlas y pensar que sería interesante saber lo que significan. Pero para ello necesitamos primero aprenderlas.
     Cuando hayan aprendido unas pocas de estas listas encontrarán una gran verdad: que todo el ocultismo está contenido en fórmulas nemotécnicas de esa clase, y que cada una es una especie de piedra imán, en torno de la cual se acomodan solas las ideas que guardan relación con ellas. Entonces verán Uds. que esos sistemas nemotécnicos populares no son sino pobres parodias del verdadero proceso oculto. ¿No se han asombrado Uds. del laconismo de los grandes libros ocultos, comparado con tomos voluminosos que dicen poco o nada? Los grandes libros son armazones de memorias. No son para leerlos, sino para aprenderlos de memoria, como se aprendió H.P.Blavatsky el Libro de los Preceptos Áureos. La memoria llena los espacios. Un texto de ellos es la semilla de un volumen. Una tabla es una clave vital. Aprendan de memoria  “Tierra, Agua, Aire, Fuego y Éter”, y  tienen Uds. una vara para medir el universo.
     Tal es, pues, el productor del segundo tipo de memoria, la memoria inconsciente de las cosas en esta vida. Tan pronto como la memoria consciente sea una servidora bien dispuesta y tan pronto como hayan aprendido a suministrarle estos núcleos en torno de los cuales pueden acomodarse las ideas, verán Uds. que su memoria inconsciente entra en el campo de lo consciente; ideas, escenas, hechos, sentimientos, fragmentos olvidados, regresarán dispuestos para ser usados. Es como darle forma aprovechable a experiencias que por falta de medios adecuados de expresión habían caído debajo del nivel de la atención. La manera ordinaria de recordar los eventos de la vida está generalmente tan mezclada con emociones que resulta sin ningún valor. Lamentamos las cosas desagradables porque fueron desagradables, y lamentamos las cosas agradables porque se han ido. Cuando rememoramos estos elementos olvidados, para un propósito definido, los transmutamos, y al colocarlos dentro del esquema de la vida les otorgamos una nueva significación y una dignidad que nunca antes tuvieron.


     Tendrán que esperar Uds. quizá por algún tiempo antes de que puedan creer en el tercer tipo de memoria –la de las vidas pasadas. Ella se muestra como simpatía y afinidad hacia ciertas cosas. Tómese cualquier grupo de ideas y téngaselas por un tiempo en la mente, pesándolas y reconsiderándolas. Y entonces se verá que gradualmente se filtran entre ellas otras ideas nuevas que uno ni siquiera sabía que conocía. Estos factores callados parecen estar tras un telón en la mente, de donde gradualmente emergen para enriquecer el presente. Los genios cuentan muchísimo con ellas. Es el poder que parece colocarlos fuera del tiempo y del espacio. El telón de ellos es más tenue que el nuestro, y sus poderes perdidos están más al alcance de sus manos. Nosotros también podemos adquirir esta habilidad si aprendemos a usar esas ideas que están en nuestro armazón.
     El cuarto tipo de memoria nos vendrá no tanto como recuerdo sino como una fuente de poder, cierta habilidad para orientarnos por entre el laberinto de apariencias, como un relámpago de comprensión de la mente y de los motivos que están detrás de lo que leemos, una capacidad para apreciar o dejar a un lado, un curioso poder de ir directamente a lo que queremos, de abrir libros donde nos son más útiles, de encontrar lecturas apropiadas, de seleccionar lo que es de verdadera calidad en nuestros estudios, vislumbres (al principio adivinaciones) de la verdad. Son manifestaciones de nuestro retorno cíclico que exigen ciertos ritmos y simetría.
     A todas estas divisiones de cosas olvidadas, y los métodos de recobrarlas, volveré más adelante. Por ahora hay otro factor necesario para completar la imagen que quisiera que se formaran de Uds. mismos como conferenciantes. He discutido las fuentes de ideas, y algo del modo como ellas brotan en el mundo de materia sutil de la mente, donde nosotros como constructores de formas podemos elaborarlas e hilvanarlas ordenadamente. Pero les falta todavía a Uds. comunicarlas.
     El conferenciante no es su cuerpo físico, ni tampoco el emocional. Esos son vehículos de un ser inferior que les ayudará o les estorbará a Uds. según la manera como Uds. lo usen. Uds. son sus mentores, y como por medio de ese ser es que deben implantar el Reino de los Cielos en la tierra, también es por medio de él que deben encarnar lo que Uds. tienen que decir acerca de ese Reino.
     Esa persona es o un impedimento o un instrumento. Bajo condiciones más perfectas podríamos prescindir de ella por completo, dejarla fuera de nuestro trabajo, y dejar que nuestra alma hablara a las almas de nuestros oyentes. Pero infortunadamente nuestros oyentes son también Egos encadenados como los nuestros, y si solamente nuestra alma habla nos oirán pero no sentirán lo que les decimos.
     Parece que es una cosa difícil de hacer, y Uds. pensarán al principio que se hace por medio de bellas palabras juntadas hábilmente y pronunciadas en forma elegante. Esas son ayudas, pero no son el alma de la oratoria. Mucho más fuertes que ellas son la sinceridad, la buena fe, la fuerza de convicción, el deseo de ayudar, la claridad, la sencillez y la bondad, todos los cuales son sentimientos que están fácilmente a nuestro alcance si mantenemos en mente esta idea del prisionero Divino. Si hablamos de que el Ego evoluciona, la gente dirá, como nosotros , que entonces no hay afán ninguno y no hay por qué esforzarnos y preocuparnos, pero si recordamos que estamos aquí abajo en tinieblas, en un laberinto de dudas acerca de  nuestro propósito, entonces obtendremos todas esas cosas de que he hablado. ¿Recuerdan lo que dice Judge en “Cartas que me han Ayudado” ? : “Demonios de todas las esferas; nubes flotantes de humoso karma; . . .Pero aún quedan corazones nobles, esforzándose siempre en la antigua batalla. Se buscan unos a otros, para ayudarse mutuamente.”

 





 


EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESION


     Continúen leyendo en voz alta en la clase, desarrollando soltura y fuerza en la expresión, y observándose cuidadosamente en el cumplimiento de las cosas que les he recomendado: respiración, postura, y centrar la voz. Esta lectura no es tiempo perdido. Les ayuda a dominar el temor de ocupar la plataforma, y todo cuanto hagan ahora por perfeccionar su canal de expresión va a facilitarles las cosas cuando comiencen a improvisar. La improvisación les dará bastante trabajo de por sí, sin tener que preocuparse de la respiración, presión, dicción, tono, rodillas flojas y manos estorbosas.
     Lean prosa rítmica, pero no demasiado hasta el punto de caer en un sonsonete acompasado y cansón.

 

TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA


     Si ha practicado con constancia la respiración y la impostación de la voz, puede ahora seguir practicándolas solamente en la lectura. Continúe leyendo en voz alta, y observando lo que puede lograr con su voz. Probablemente descubrirá algunas cosas sorprendentes, agradables y desagradables. Las primeras, cultívelas, trate de volverlas habituales. Forme con sus manos una concha sobre sus oídos para escucharse de vez en cuando. Procure corregir lo que no encuentre agradable.
     Ahora quiero que ponga un poco de atención en su boca. La cual probablemente estará medio paralizada por falta de uso, como le pasa a la mayoría. Dedíquele un minuto diario de ejercicios de relajación. Diga ante un espejo “Bob-bob-bob-bob”  o  “sopa-sopa-sopa” con los músculos sueltos. Tuerza y estire los labios un poco. Procure, eso sí, que no lo vean, pues alguien puede decir. “Esos son los resultados de la Teosofía”, y despacharlo para un manicomio.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SESION


     Léase otra vez este capítulo, y discútasele si se quiere. Procuren no caer en un debate acalorado sobre el Ego como emanación y la entidad caída. Esto no lo presento como un dogma sino como una prescripción que debe tomarse según las instrucciones: ha logrado curas notables.

TAREA DIARIA PARA LA SEGUNDA SEMANA


     Siga haciendo gestos ante el espejo por un minuto diario. Lea cinco o diez minutos procurando poner “color” en su voz, es decir, observando la variedad de disposiciones de ánimo que puede hacerle expresar, sin incurrir en tonos de cabeza.













Capítulo V


RECOLECCION DEL MATERIAL

     En el capítulo anterior indiqué algunas de las riquezas atesoradas en sus mentes. Veamos ahora un medio de extraerlas y darles expresión. Está en lo profundo de sus recuerdos. Algunos pensamientos se organizaron hace mucho tiempo; algunos de ellos están parcialmente correlacionados; el resto forma una maraña revuelta de imágenes, pensamientos, deducciones, analogías, sin forma lógica, hilvanadas en su mayoría cronológicamente, en el orden en que Uds. las pensaron y las descartaron. Algún día, tal vez muy pronto, o quizá dentro de algunas vidas, van Uds. a resolverse a clasificarlas y encasillarlas en los muros de su templo de la verdad. Y cuando hagan esto utilizarán los métodos soberanos de las escuelas ocultas, por los tres pasos de concentración, meditación y contemplación. Pueden hacerlo ahora, si quieren. Tal vez ya comenzaron a hacerlo.
     Para los propósitos de esta clase, sin embargo, les ofrezco un método más simple y menos pesado, mejor adecuado a sus necesidades inmediatas, y más dentro del alcance del estudiante medio. Para aquellos de Uds. que tengan mucho interés les servirá de primer peldaño, así como de incentivo, hacia el otro método oculto mayor.
     Para recuperar esas cosas perdidas se necesita, lo mismo que en el proceso de aprender de memoria, un medio de visualización. En el método oculto superior, la concentración provee ese medio. Sin embargo, yo les recomendaría a Uds., por ahora, conseguir esa visualización con un lápiz y un papel. Tienen que visualizar cosas abstractas, tales como karma... y amor... y fe, y el medio más fácil es escribir las palabras-símbolo de cada una de ellas. El hecho de que no puedan recordar sus pensamientos pretéritos significa que no son Uds. buenos recordadores, y la prueba es que cuando recuerdan algo vuelven a perderlo inmediatamente.
     Compilar pensamientos es como contar cerdos,  fácil si se están quietos. En la creencia de que Uds. tienen material dentro de sí, al cual apelar, y en el conocimiento de que una vez que lo saquen a flote pueden tomar nota de él, pueden basarse para comenzar su trabajo de elaboración.
     Supongamos que han escogido un tema para una conferencia. Su primera tarea es hallar el significado de las palabras que van a tomar como tema. El título de toda conferencia está formado por palabras, y con demasiada frecuencia descubrimos, cuando ya es muy tarde, que hemos aplicado mal las palabras de nuestro título. Descubrirlo al final de la conferencia es malo, pero descubrirlo en la mitad de ella es horrible. Hay una razón mucho más importante para averiguar el significado exacto de la palabra o palabras que expresan el tema. Las palabras son símbolos sagrados; cada una tiene una larga ascendencia, y en la línea de su descendencia, o en las palabras que se le relacionan, encontrarán Uds. indicios de las ideas ocultas tras ellas. Nuestras palabras vienen de un lenguaje sacerdotal antiguo que se usó en el corazón de Asia, y a pesar de las vicisitudes porque han pasado, todavía conllevan la verdad oculta que les imprimieron sus Constructores, y es posible hallar esa verdad.
     El mejor medio donde investigar es un buen diccionario. Escudríñenlo, y anoten todo cuanto parezca útil a sus fines. Observen las diversas acepciones. No hay dos palabras con el mismo significado. Cuando mucho dan dos aspectos de la misma cosa. Luego observen las derivaciones. Si es una palabra latina o griega, descompóngala en sus partes y examínelas por separado. En lo posible, recurran a un diccionario latino o griego. No se necesita una gramática. Todo lo que Uds. necesitan es poder mirar de frente las palabras.
     Estudien las palabras relacionadas, y hagan apuntes. Cuando hayan averiguado todo cuanto puedan acerca de la palabra o palabras del título de su conferencia, se sorprenderán al ver que ya tienen en el papel una cantidad considerable de material para empezar, y que cada parte de él, al observársele, tiene el poder de provocar ideas en su mente, y atraer más comentarios, como un potente imán.

     Luego procedan a clasificar  y organizar ese material. Es decir, escriba “voy a dar una conferencia sobre tal o cual cosa, teniendo en cuenta que el significado verdadero de -----  es  -----  de  -----  es”, y así sucesivamente.
     Luego tomen las palabras, escriban el análisis que el diccionario da sobre ellas, y agreguen sus propias interpretaciones. Lo que obtengan parecerá un revoltillo; pero destilen de ahí una declaración más coherente, y si es necesario una tercera, una cuarta y una quinta. No pierden nada con esas repeticiones. Están enfocando más su atención a cada paso, y aunque no hayan encontrado una idea brillante, alguna los estará esperando a la vuelta de la esquina, si Uds. perseveran. Durante todo el tiempo en que Uds. están analizando y reagrupando los resultados de esta primera investigación, sus ideas Teosóficas y su experiencia y sus poderes de armonizarlas, se van alistando para el problema. Esta es la manera de ponerlos a funcionar. Sólo un necio puede creer que con mirar una frase como “La Búsqueda de la Felicidad” , “La Ley de Compensación” o “La Fraternidad del Hombre”, puede trazar inmediatamente una conferencia.
     No es así como nacen las cosas creadoras. Emergen gradualmente, parte por parte, se desmenuzan y vuelven a armarse, equilibrándolas, enriqueciéndolas, podándolas y mejorándolas sin cesar. Lo más que uno puede esperar, mientras funcione en el campo de la mente, es una producción ordenada. Cuando penetremos en el campo de Buddhi y reasumamos nuestro antiguo poder de cognición directa, obtendremos las cosas de un golpe. Pero mientras tanto tenemos que someternos a los procesos del tiempo. Por eso es que los mentores se impacientan cuando los estudiantes dicen, “No se nada de eso”. Claro que no,  --todavía. Tiene uno que reunir sus recursos, y entonces sabrá.
     Así, mientras prosigue uno reuniendo definiciones y datos exactos sobre las palabras acerca de las cuales va a hablar, verá que afluyen ideas a la mente y que probablemente se vuelven a escapar si uno no las anota en el papel. Recuérdese que estas notas tomadas del diccionario no son la conferencia. Son los límites, la circunscripción, como si dijéramos, del tema. Establecen los linderos dentro de los cuales hemos de movernos sin salirnos de ellos. Si continuamos destilándolos, sublimándolos, transformándolos, las ideas que están en el fondo de nuestras mentes van robusteciéndose. De pronto empiezan a surgir en la cabeza. Una idea que nos parecía indescifrable bajo un aspecto, puesta en otra palabra resultará una antigua amiga que traerá consigo un torrente de ideas relacionadas. Hay palabras que son huérfanas, cuyos progenitores han desaparecido; pero en el momento en que las unimos con su familia, alguno de sus parientes las anima.
     Hay que estar listos a recoger todas las ideas que empiecen a llovernos como resultado de este trabajo metódico de definir las palabras. Anotarlas en el papel, donde podamos encontrarlas. No digamos : “Ah, qué buena idea, debo recordarla” La olvidaremos 99 veces entre 100. Ud. las olvidará, a menos que sea un Adepto, en cuyo caso avíseme y permítame aprender de Ud., en vez de que Ud. trate de aprender de mí.
     Su primera tarea es, pues, definir y extraer de sus recursos disponibles, todo cuanto pueda, ordenándolo y clasificándolo. Entonces, empiece a leer sobre el tema de su conferencia. Porque ahora será Ud. una persona muy diferente de la que era antes, y de la que sería si hubiera empezado por la lectura. Ud. no es un bobalicón que va a hablar sobre la primera idea que encuentra en un libro. Ud. no es un pordiosero mendicante. Ud. es una persona de sustancia que tiene algo o mucho que dar. Sabe lo que quiere; tiene ideas definidas propias que ofrecer. No necesita recoger migajas. Su mente, ya bien dirigida y bien acostumbrada a seleccionar, puede ir escogiendo lo que más le guste mientras habla. Si Ud. se presenta sin nada propio no sería sino un psíquico, dispuesto a recibir lo que los demás le den. Pero como ha acopiado ideas propias por este método, es un ocultista con su mente puesta en lo que está leyendo. Y descubrirá entonces que puede leer con mucha más decisión y recordar lo que ha leído. Tiene algo de autoridad sobre el tema. Por lo menos domina su definición.
     Lea entonces hasta que obtenga una idea bien redondeada de su tesis. No una idea completamente elaborada; esa vendrá luego. Lea en cualquier libro Teosófico, en una enciclopedia, un libro de filosofía, etc. Lo que importa es que sea un libro que lo energice y lo fertilice. Un libro que le despierte indignación no estará mal, pues lo hará documentarse mejor para refutarlo.
     La prueba de lo que digo está en el ejercicio que ofrezco, y si Ud. puede hacer este trabajo quedará libre, mientras persevere en él, de la necesidad de revelación externa. Las cosas externas, después de esto, no sirven sino para fertilizarlo.
     Ahora llegamos a la tercera etapa en la producción de ideas, y esta etapa, la más oculta, es también la más importante de todas. Llamémosla “Poner un Huevo ante la Mente Universal”.
     Este es el proceso fundamental de la Teosofía, sin la práctica de la cual nuestra Teosofía no es Teosofía. Nuestra Sabiduría Divina es un conocimiento directo de Dios, y no una revelación. Estrictamente, es un “volverse sabio en virtud del hecho de ser un dios.” La Sabiduría Divina no es una sabiduría acerca de un Dios lejano; es la sabiduría que se alcanza por el despertar y la restauración del poder del Dios que somos en realidad. Es conocer las cosas por UNO MISMO. La Teosofía no nos ha sido revelada por alguien, algún psíquico o vidente o Adepto. Teosofía no es escuchar, lo cual puede ser un preliminar, sino que la verdadera Teosofía es conocerse UNO MISMO, como lo indicó Hermes: no sólo un conocimiento del Ser, sino de las verdades contenidas en el Ser –un uso del Ser como un medio de saber.
     Nuestro método es, por tanto, juntar lo que hemos recogido de nuestra primera investigación y de nuestra lectura, compactarlo y luego hacernos preguntas sobre ello. Es como pedirle conocimiento a nuestro Divino Ser. Como resultado de nuestra investigación tenemos un pequeño acopio de hechos, unas pocas ideas vagas, y una gran cantidad de preguntas acerca de la verdad de lo que estamos examinando. Todo eso lo ofrecemos a nuestro Ser; es decir, el conjunto de las cosas que queremos saber para redondear nuestras ideas sobre el tema.
     Nos hacemos preguntas, y puesto que la palabra es una cosa santa, mejor es hacerlas en voz alta, a sabiendas de que la inflexión inquiridora de la voz induce una corriente remolineante que hace precipitar ideas a nuestra conciencia. La regla oculta es que si queremos abrir nuestra mente, preguntamos, y si queremos cerrarla, dogmatizamos. El sonido de una pregunta es la manifestación terrenal de la corriente centrípeta causada por la mente que inquiere, el sonido de una declaración o fallo es el vehículo terrenal de la corriente centrífuga causada por la mente que afirma.
     Presente sus preguntas y tal vez las respuestas vendrán de inmediato. En tal caso, escríbalas. Si no vienen, repítalas al día siguiente, a la misma hora si es posible. Continúe así renovando sus preguntas y manteniendo su creciente grupo de ideas en la mente, dándoles vuelta como lo haría uno con un huevo puesto al sol. No se precipite. Siga renovando sus preguntas y fortaleciendo ese hábito mental de inquirir. Inquirir es el principio de la sabiduría, y el hombre que desea saber está en el camino de la verdad. Recuerde que en los misterios el candidato es llamado siempre postulante.
     Este es el verdadero método Teosófico, y cuando Uds. hayan aprendido a emplearlo bien, verán lo que un hombre puede lograr si es suficientemente puro y sencillo para dedicarle toda su energía. Esta es la cualidad por la cual hombres como Ammonio ganaron el nombre de Teodidacto, “enseñado por Dios”. Todos los verdaderos Teósofos son, a su medida, enseñados por Dios.

              Este es pues, el orden:

            1 – Analice sus palabras y obtenga su verdadero sentido.
            2 – Destílelas hasta encontrar lo que quiere Ud. saber.
            3 – Lea selectivamente para fertilizar sus propias ideas formadas.
            4 – Ordene y condense lo que ha obtenido.
            5 – Manténgalo en su mente y hágase preguntas sobre ello.

     Hasta aquí he estado hablando de la elaboración de cualquier clase de material. Pero este curso se relaciona específicamente con conferencias Teosóficas. Queda, por tanto, otra recomendación para hacerles. Como conferenciantes Teosóficos tenemos ocho temas que propagar:

Fraternidad, Evolución, Reencarnación, Karma, Dharma, Los Maestros, Los Ciclos, y  la Naturaleza del Hombre.

     Son nuestro gran mensaje. Deben aparecer en una u otra forma en toda conferencia que demos. Somos como el cocinero de un barco que no tiene sino carne cecina para todos los días del viaje, y si éste ha de durar sesenta días, tiene que saber sesenta maneras de prepararla. Todos los problemas de la vida y de la Teosofía giran sobre estas ocho cosas, y cada una de ellas contiene a todas. De modo que cualquiera que sea su tema, deben figurar en él como partes orgánicas e integrantes. Así que una vez que Uds. hayan llegado al punto en que sus ideas tienen ya suficiente coherencia, les corresponde pesar estas ocho cosas y ver si su forma de presentar su conferencia las incluye a todas. Hágase estas preguntas:

n  Estas ocho cosas, o alguna de ellas, requiere ser explicada antes de empezar a desarrollar mi tema? (Casi inevitablemente sucede así con la Reencarnación, y hay que presentar algún aspecto, y dar algunas ideas sobre los Ciclos en el tiempo y en el espacio.)
n  Es mi tema una parte o una extensión de cualquiera de estas ocho cosas? (Verá que entra bajo alguna, porque las ocho abarcan toda la Teosofía. Aún las diferencias entre las religiones no son sino diferencias de énfasis sobre estas cosas).
n  Me obligan estas ocho cosas a dar una visión más amplia sobre mi tema?  ¿Con cuál de ellas se logra esto mejor?
n  La aplicación de mis ideas sobre cada una de estas cosas me da nuevas facetas de luz para mi tema?

     Todo esto parece hacer más difícil su trabajo. Pero en realidad lo facilita, como verán Uds. pronto. Tienen una escala con la cual medir su trabajo, una norma para ver que su trabajo sea siempre Teosófico. Cada conferencia que den enriquecerá sus ideas sobre las ocho cosas, y cuanto más crezcan en riqueza más podrán Uds. sacar de ellas para otras conferencias. No hay otra entrada a los Misterios Mayores que a través de estas doctrinas filosóficas de los Misterios Menores.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     Que cada miembro escoja un tema para desarrollarlo, y el líder tome nota de ellos. Tienen una semana para prepararse a discutirlo. Les aconsejaría empezar con un tema que puedan intitular con un sustantivo abstracto simple, tales como Salud, Felicidad, Justicia, Resurrección, Materialismo, Idealismo, Religión. Escojan uno que les haya preocupado especialmente.
     Ahora prosigan con la lectura por el resto de la sesión, prestando atención especial al “color” de que hablé en la lección anterior. Cada palabra tiene su valor, y debe pintársela al emitirla, y enfocarla para que penetre en la conciencia del auditorio. La mayoría de los lectores creen que su trabajo ha terminado cuando han emitido el sonido. En realidad su tarea no está completada sino cuando el auditorio lo ha oído y lo ha aceptado.

TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Continúe los ejercicios, a menos que esté completamente seguro de que ya no los necesita. Más adelante, después de su primera conferencia, cuando se dé cuenta bien de la importancia de la respiración, la voz y la postura, los reanudará.
          Aunque le aburra un poco la lectura, prosígala. Cada vez que lee bien y con plena intención, coloca más firmes bases para hablar bien. Lo ideal sería que siguiera leyendo un año, hasta que el libro ya no signifique nada, sino que todo el significado esté en las palabras que emite, hasta que una persona que no estuviera mirándolo sino escuchándolo creyera que Ud. está hablando. Esta es la mejor base para hablar bien.
     Dedique un ratito cada día a su problema de preparación; mejor media hora diaria que una o dos sesiones de tres horas. Es como una olla que hay que mantener hirviendo. Anote todo en un cuaderno. No bote sus primeros esfuerzos o errores. Guarde todo, desde el principio. Tanto lo bueno como lo malo son eslabones de su cadena, y cada vez que reanude el trabajo empiece desde el principio y revise todo hasta lo último. No escriba su conferencia; escriba ACERCA de ella, como criticándola, como diciendo qué debería contener, qué puede contener, qué debe contener sin falta. No se siente a esperar las palabras más adecuadas; escriba también las que no lo son. Cuando ya no encuentre más que decir, destile lo que tenga, inventaríelo. Luego lea un poco, como descanso y para renovar sus energías. Luego escriba todas las preguntas. Ahora péselo todo en la escala de los ocho puntos fundamentales, que quizá no se adapte muy bien a su tema, pero que siempre le dará nuevas ideas e indicaciones.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Léase de nuevo esta lección. Los que hayan practicado la preparación verán que todo esto significa más para ellos. Lo que la semana anterior sonaba como una exposición académica, ahora se ve que es una cosa práctica, de la cual saben Uds. algo por sí mismos, y por tanto la comprenderán mejor.
    Ahora, el líder sacará su lista de estudiantes y de temas, y hará que cada uno presente su trabajo. Cada miembro presentará su tesis conforme la ha desarrollado, tomándose 5 ó 10 minutos para ello. Pero no en forma de conferencia, sino diciendo lo que encontró sobre el tema, más como contando cómo hizo su trabajo que como exponiendo una idea. Esto es para que se acostumbren a discutir sus ideas y a ponerlas en forma verbal ordenada. Lo importante por ahora no son los resultados sino el proceso seguido. La preparación del material es un proceso acumulativo. Ejercitándose en ello se adquiere pericia.
     Terminadas las presentaciones, hágase otra lista de temas. Si a alguno se le ha ocurrido alguna idea nueva sobre el suyo, puede, si quiere, seguir con el mismo tema. Pero es mejor tomar un tema nuevo. Sería bueno tomar un tema por semana durante un mes, antes de iniciarse en conferencias desde la plataforma. Así cada uno tendrá cuatro temas para escoger el de su primera conferencia. Si les queda tiempo, continúen practicando la lectura.

TAREA DIARIA PARA LA SEMANA COMPLEMENTARIA

     Continúen ejercitándose en la recolección de material. Esta vez tendrán un mejor sentido de orientación y perderán menos tiempo. Recuerden estos pasos:

     1 – Buscar información.
     2 – Destilarla.
     3 – Leer un poco.
     4 – Hacerse preguntas.
     5 – Juntar lo que se ha obtenido y evaluarlo con los ocho puntos.

NOTA PARA EL LÍDER

     Aquí es cuando algunos miembros empezarán a aflojar. Claro que si quieren renunciar, hay que dejarlos. Pero si lo que quieren es dejarlo para más adelante, procure que cada cual haga algo positivo en cada sesión.
 

Capítulo VI


ARREGLO DEL MATERIAL

     La tarea de un conferenciante Teosófico comporta una dificultad especial; esa dificultad consiste en que cada vez que sube a una plataforma tiene ante sí un auditorio compuesto por dos clases de personas: unas que escasamente han oído hablar de Teosofía antes, y otras tan familiarizadas con estos temas como él, o quizá más. Desde las primeras palabras se encuentra uno ante una disyuntiva y es difícil saber por cual optar; si hablarle a los extraños y olvidarse de los propios, o hablar a los suyos y dejar que los extraños cojan las migajas que puedan. En el primer caso, los suyos se sentirán y dirán que Ud. machaca sobre cosas requetesabidas. En el segundo caso, olvida Ud. una cosa fundamental en el Movimiento Teosófico, a saber, que nuestro trabajo consiste en difundir la Teosofía por el mundo.
     La tarea de un clérigo es más sencilla, y también lo sería para nosotros si fuéramos una secta. En las iglesias la gente está enseñada desde la niñez a aceptar lo que el predicador les dice, y generalmente están acordes en el significado de las palabras que él usa. Pero nosotros tenemos, por otro lado, la gran ventaja de que podemos hablar sobre más cosas que el predicador. Podemos estudiar y comparar y discutir docenas de religiones, mientras que él está limitado a una sola y sobre la mitad de ella no se permite discutir.
     La solución a este problema es que; uno debe mantenerse en ambos lados del camino a la vez, presentando de nuevo su tema en relación con los ocho puntos Teosóficos fundamentales, y luego continuando con su tema principal de tal manera que esté al alcance de los novatos y que al mismo tiempo sea edificante para los veteranos, o para los que se consideran como veteranos.
     Al principio le parecerá esto a Ud. como una especie de ardid. Lo que significa es que para cada conferencia tiene Ud. que encontrar un modo nuevo de decir los puntos fundamentales, o por lo menos presentarlos desde un ángulo suficientemente nuevo que impida que se vuelvan cansones para sus escuchas habituales. Este esfuerzo por encontrar nuevas avenidas lo obligará a Ud. a seguir un camino que es al fin el verdadero medio de estudiar Teosofía, girando una y otra vez en diversas formas en tono a sus puntos básicos y adecuándolos a problemas siempre distintos. Cualquiera puede aprender los elementos de Teosofía de una manera estereotipada y repetirlos como un loro. La tarea del conferenciante es aprenderlos al derecho y al revés, filosófica, científica, histórica, ética, mística y ocultistamente.
     Claro que nadie puede lograr esto a la perfección. O resulta uno demasiado avanzado y oscuro para los novatos, o demasiado elemental. Pero en todo caso hay que tener el valor de preferir a los novatos. Por tanto les ofrezco esta regla:

     “Siempre tengan en mente primero a las personas nuevas. Esfuércense por variar su presentación de los puntos fundamentales en beneficio de los estudiantes antiguos, si pueden. Si no pueden, dejen que los estudiantes se batan solos”.

     Sobre todo, nunca se vuelvan meramente académicos. Nunca muevan los hombros diciendo: “No es necesario entrar en detalle sobre esto”, o “Uds. conocen muy bien esta cuestión”, o “Discutir esto en detalle sería un insulto para la inteligencia de Uds.”. La única persona que siente que su inteligencia ha sido insultada es el hombre que no tiene inteligencia.
     Fíjese como ideal presentar la Teosofía en sus términos más simples y más vívidos, en términos de la vida circundante, de la relación de personas, en términos del sol y nubes y tempestades, de rocas, árboles, plantas, animales, de la tierra y sus movimientos, o del aire y el agua y el fuego.


     Su objetivo debe ser la sencillez. No una sencillez sentimental, sino una sencillez en la que cada paralelo es una analogía y cada ilustración se toma de la experiencia común de hombres y mujeres.

No use Ud. palabras oscuras y misteriosas, sino hable en palabras directas como las que usaron Jesús, Buda, Lao-Tszé, Platón, Whitman o Emerson.

     Esta manera de dar conferencias de modo que se adapten tanto a los nuevos como a los veteranos, les enseñará a Uds. a atesorar cosas sencillas. Aprenderán Uds. a no dejar de observar la manera como otros encaran las cosas, a fin de captar algo que luego puedan utilizar. Aprenderán a aprovechar indicaciones que antes pasaban por alto, y a estudiar con atención analogías que antes apenas picaban su curiosidad. También aprenderán a desechar muchas ideas espurias que antes brillaban como de oro.
     Partiendo del supuesto de que todas sus conferencias son para los recién venidos, no debe Ud. estimar por lo bajo la inteligencia de ellos y suministrarles niñerías o cosas por el estilo. Si así lo hace, obtendrá auditorios de mentalidad infantil, y atraerá niños a la Sociedad. Debe Ud. asumir que el recién venido tiene una mente tan buena como la suya, que gira en torno a intereses diferentes a los de Ud., tal vez, y que Ud. debe entrar en contacto con él en el nivel más elevado posible.

     Habiendo esbozado así nuestra actitud hacia el auditorio, entremos ahora en la cuestión de organizar el material. Tiene Ud., como conferenciante, cuatro cosas que hacer sucesivamente:


          1    -  Integrar a su auditorio.
2    -  Decir exactamente de qué va a hablar.
3        -  Hablar sobre eso.
4        -  Recapitular lo que ha dicho y dar en el blanco.


     Estas son las divisiones básicas de toda exposición, oral o escrita. En las escuelas se las llama:


1        -  Introducción.
2        -  Proposición.
3        -  Discusión.
4        -  Conclusión.


     En los trabajos escritos están presentes, si bien no son fáciles de discernir siempre; en los mejores trabajos orales siempre están presentes y siempre se marcan bien. La diferencia entre hablar y escribir es que el orador tiene que señalar e identificar cada paso de su trabajo más clara y enfáticamente, porque, una vez pronunciadas, sus palabras se van y el que las oyó no puede recapturarlas como lo haría un lector volviendo la página. De modo que si bien la oratoria es un arte mucho más vívido que la literatura, también tiene que ser más sencillo y más directo.

     El estudiante hará bien en examinar los discursos de oradores famosos y ver cuán meticulosos son ellos en la división de sus partes para darles claridad y progresión ordenada. Describamos ahora con más claridad y detalle las cuatro divisiones principales de una conferencia.




     INTRODUCCIÓN – INTEGRAR AL AUDITORIO:

     Su auditorio viene de muchas y diversas actividades. Sus mentes están ocupadas en muchas cosas diferentes. La de éste en el dinero, la de aquel en su salud, un tercero es devocional, un cuarto está preocupado con un pasaje que acaba de leer en un libro, otro está pensando si las vigas del techo van atravesadas a lo largo, etc. Todavía no forman en realidad un auditorio; son apenas un conglomerado de personas diversas en espera de constituirse en un auditorio. Si Ud. es un conferenciante favorito y famoso, su tarea se simplifica; estarán suficientemente predispuestos hacia Ud. para hacer casi insignificante las dificultades iniciales. En tal caso las dificultades para Ud. vendrán al final cuando tenga que justificar las expectativas de ellos. En la mayor parte de los casos, sin embargo, la dificultad para Ud. está en el proceso de fusionar al auditorio y ponerlo en la actitud adecuada hacia lo que Ud. tiene que decirle. Tiene que encontrar algo que todos tengan en común, y partir de ahí. Qué tienen en común? Son todos hombres y mujeres con los mismos problemas que Ud. acerca de vivir. Todos se han preguntado acerca de la muerte y el más allá. Todos han amado y perdido a algún ser querido. Todos se han hecho preguntas sobre el problema de la justicia en la vida, tratando de entenderlo. Todos tienen los mismos deseos y codicias que interfieren con el funcionamiento de la mente. Todos han reflexionado sobre la repetición de las condiciones en la vida, en las estaciones, en las plantas, en el dormir y el despertar. Hay muchísimas otras cosas así que son comunes a la humanidad, y si Ud., quiere ponerle una base amplia a su conferencia debe partir de alguna de ellas. Luego, llevando a la gente de idea en idea, debe conducirlos a la cosa específica de la que les va a hablar. Algunas veces será fácil y la introducción no tomará más de dos o tres minutos. Otras veces, sin embargo, y especialmente si Ud. está ensayando el tipo de conferencia doble de que les he hablado, la introducción tendrá que cubrir cinco de los ocho puntos que mencioné como necesarios en una conferencia Teosófica. Ven por qué es necesario aprender a dar los fundamentos rápidamente y con claridad, sin demasiados detalles? Claro que son raras las veces en que es necesaria una base tan vasta. La mayoría de las veces los puntos fundamentales pueden ir colocándose después, pero el propósito de su introducción es familiarizar a su auditorio con todas las premisas que Ud. necesitará para su discusión.


     PROPOSICIÓN – DECIR EXACTAMENTE DE QUE VA A HABLAR UD.:

     Puede ser muy breve, pero es importante. Circunscribe el tema y define el objeto de su conferencia. Es como el resumen que hace un abogado antes del juicio, o como el argumento de un drama. Hay cientos de modos de decirlo, pero lo mejor es decirlo sencillamente. “Esta noche voy a tratar de” o “continuar con... tal y tal cosa.” , “Con el fin de mostrar...” , “Ahora estamos en condiciones de ver...”, etc.


     DISCUSIÓN – HABLAR ACERCA DEL TEMA:

     Este es el cuerpo del discurso. Es el cumplimiento de su proposición. Si va a hablar 45 minutos, este debe llevarse aproximadamente 25. La introducción 7, la proposición 3, y la conclusión 10.


     CONCLUSIÓN – RECAPITULAR LO QUE HA DICHO, Y “DAR EN EL BLANCO”: 

     Esta es la parte perorativa, y puede ser tan importante como Ud. pueda hacerla. Debe lograr dos cosas. Primero, debe decir por qué es importante el asunto de que Ud. ha estado hablando. Y, segundo, debe aplicar la conferencia a la vida diaria y los problemas humanos.

     Un interés intelectual no es suficiente para una conferencia Teosófica. No nos ponemos en todo este trabajo nada más que para entretener la mente. Sino para despertar el alma. Si su conferencia no produce una buena conclusión, no valía la pena decirla.
    
     No voy a entrar a detallar el desarrollo de un tema. Mi propio método no haría sino entrabarlos a Uds. Es mejor que desenvuelvan su propio método característico de extender su tema dentro de este formato. Puede parecerles al principio que los enreda, pero una vez que se hayan acostumbrado a él, verán que tiene la propiedad de estimularlos a proyectar una conferencia. La introducción será siempre como preguntarse: “Qué debo decir para que mis oyentes puedan ponerse a tono?”. La proposición significará, “Ahora, cuáles son, exactamente, los límites de mi tema?”. Con estas dos cosas como prefacio, la discusión es fácil. Si Uds. prescindieran del prefacio, se verían constantemente embrollados en la necesidad de explicar cosas que debieran haberse explicado antes; se encontrarían a cada pocos minutos en un callejón sin salida. La conclusión fluirá naturalmente de la discusión.
     Aunque es bueno adquirir la habilidad de hacer notas para una conferencia, es también algo que Ud. irá aboliendo gradualmente al progresar. Aprenderá a usar más y más el esquema mental y a trabajar improvisadamente. Al principio, sin embargo, debe hacer notas muy completas. Luego escríbalas en lista y repáselas para ver si puede sacar de ellas la ilación de la conferencia, en una segunda lista. Entonces subraye los puntos más importantes de esta segunda lista y úselos como guía en la plataforma.
     Hay una treta respecto a las anotaciones que es bueno que la adquiera desde ahora. Cuando haga una anotación no escriba la cosa de que va a hablar, sino las palabras con que va a empezar a hacerlo. No escriba “8. – Karma”; pues entonces cuando mire el papel y vea esto, tendrá que pensar cómo introducirlo, vacilará, volverá a mirarlo, y empezará mal. Perderá fluidez, tiempo y compostura. Escriba una frase asociadora. Si el punto anterior se refirió a la Reencarnación, su nota sobre Karma sería algo así: “8.- Mano a mano con esto...” Entonces, cuando vea esta nota, no tendrá que pensar, sino leerla en voz alta, y mientras tanto su memoria le traerá el resto. Después de algún tiempo verá Ud. con gusto que una breve ojeada a su nota le dará todo el impulso que necesita.
     Mejor que las notas es prescindir de ellas. Haga todas las notas que quiera para su preparación, simplifíquelas, destílelas, exprímalas, y bótelas. Hasta los nombres y las fechas pueden memorizarse más fácilmente de lo que suponemos.
     Si durante la preparación llega a un pasaje difícil de expresar con claridad, escríbalo y bótelo. Escribirlo una vez bastará para romper ese complejo, y entonces no volverá a molestarlo.
     Por favor, si le gusta a Ud. el trabajo creador, saque de su mente toda intención secreta de escribir su conferencia y memorizarla. Con ello mataría todo germen de espontaneidad que posea. Con la misma cantidad de trabajo en la forma que le recomiendo, empleado en desarrollar el pensar creador, obtendrá Ud. cincuenta conferencias.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     Supongo que cada uno tendrá otro tema que ha elaborado y está preparado a discutirlo en el grupo como la semana pasada. Podrán hacerlo ahora un poco mejor, con más confianza y probablemente con mejor material que antes. Cuando todos hayan terminado, asígnese nuevos temas para la otra semana. No fallen en esto. Están en un punto donde por timidez o vanidad disfrazada o simple pereza, ocurren muchos fracasos. Asígnese un tema para la semana siguiente, y desarróllenlo.
     Si les sobra tiempo, dedíquenlo a leer. A todos les conviene esta práctica, especialmente a los que muestren menos aptitudes o tengan menos experiencia. Espero que todo el grupo sea en esto como los buenos actores. Un mal actor rehuye los ensayos; cree que es una desgracia necesitar ensayar. Un buen actor asiste a todos los ensayos y clama por más; su única preocupación es representar bien su papel donde sea.

TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Sus problemas de recolección le ocuparán la mayor parte del tiempo disponible, pero nunca será demasiado el que se dedique a esto. Están Uds. ahora en el punto donde se forman complejos sobre esta clase de cosas, y los complejos pueden ser buenos o malos, útiles o dañinos. Resolver con buen éxito un problema ahora, significará más para Ud. como conferenciante que 50 soluciones dentro de unos años.
     Si está sacando buen provecho de este método, está colocando los cimientos para muchos años de labor, y no debe permitir que niñerías y aburrimientos interfieran en esta labor.
     Justo antes de venir a la próxima reunión del grupo, ponga el material que haya reunido sobre su tema, en el formato cuádruple que indiqué, recalcando las evaluaciones Teosóficas que el oyente ordinario tendría que hacerse para entenderlo.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SESIÓN

     Sigan con la discusión del material, prestándole un poquito más de atención a la forma de exposición. Exíjase a cada miembro revisar deprisa el material introductorio que se necesite para la comprensión de su tema. Esto requiere práctica, y ahora es el momento de adquirirla. Distribúyanse los temas para la semana siguiente. Si queda tiempo, lectura.

TAREA DIARIA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Elabore su nuevo tema y dele una forma adecuada como para una conferencia.

NOTA PARA EL LIDER

     Valdrá la pena en esta etapa obtener una traducción de los Diálogos de Platón, y ver en el de Menón la parte donde Sócrates lo interroga para establecer el hecho de si recuerda o aprende. Esto le dará al grupo una idea más vívida sobre los procesos de elaborar o recordar la verdad olvidada.

RESUMEN:  Dada la importancia de este capítulo sobre el “Arreglo del Material” damos el   
                            siguiente resumen.
                                                           Auditorio que escasamente ha oído hablar de Teosofía.
Dificultad especial                             Auditorio tan familiarizado con el tema, o más, que el
                                                           conferenciante.
                                                           Presentado su tema sobre los ocho puntos Teosóficos
Solución                                             fundamentales.
(Mantenerse a los dos lados         
del camino a la vez)                           Continuando con su              Al alcance de los novatos.
                                                           tema principal.                      Que sea edificante para los
                                                                                                          veteranos.

 
Para no cansar en su                           Encontrar un nuevo modo de decir los ocho puntos 
conferencia.                                        fundamentales.
                                                           O presentarlos desde un ángulo suficientemente nuevo.


(Este esfuerzo por encontrar nuevas avenidas es el verdadero método de estudiar Teosofía).


                                                                                                                           Filosóficamente.
                                                                                                                           Científicamente.
Tarea del conferenciante.           Aprender los elementos de Teosofía              Históricamente.
                                                    al derecho y al revés.                                     Éticamente.
                                                                                                                           Místicamente.
                                                                                                                           Ocultistamente.



                                                  En términos simples, de vida circundante,
                                                   de relación de personas, de la naturaleza.

                                                                                                        Emplear analogías.
Presentación ideal de la             Objetivo: la sencillez.                  Ejemplos con experiencias
Teosofía.                                                                                         comunes.

                                                   No use palabras oscuras ni misteriosas.
                                                   Hable con palabras directas.


                                                   Atesorar cosas sencillas.
                                                   Observar la manera como otros encaran las cosas.
Este método le enseñará             Captar algo que luego pueda utilizar.
a usted a:                                    Aprovechar indicaciones.
                                                   Estudiar con atención analogías.
                                                   Desechar ideas espurias, que antes brillaban cono oro.

                                                   No estime por lo bajo la inteligencia de ellos.
                                                   No les suministre niñerías.
Si suponemos que su                 Asuma que el recién venido tiene una mente
conferencia es para                    tan buena como la suya.
los recién venidos.                     Usted debe entrar en contacto con él en el nivel
                                                   más elevado posible.


                                                   1 – INTRODUCCIÓN. Integrar a su auditorio.
4 pasos sucesivos                       2 – PROPOSICIÓN.     Decir exactamente de qué va a hablar.
en la conferencia.                       3 – DISCUSIÓN.           Hablar sobre eso.
                                                   4 – CONCLUSIÓN.      Recapitular lo que ha dicho y,
                                                                                            “dar en el blanco"




                                                                         Dificultad:  En ponerlo en actitud adecuada hacia
                                                                                            lo que usted tiene que decirle.
                                                  Integrar al              
Introducción:                           auditorio.       Solución:    Encontrar algo que todos tengan
Qué debo decir para                                                            en común y partir de ahí.
que mis oyentes puedan           
empezar a tono?                       Llevar a la gente de idea en idea, hacia el tema de que les va a hablar.
                                                 Dar los fundamentos rápidamente y con claridad.

                                                 Propósito: Familiarizar al auditorio con todas las premisas que
                                                                   usted necesitará para su discusión.

                                                 Diga exactamente de que va a hablar.
Proposición:                            Así circunscribe el tema.
Cuáles son los límites              Así define el objeto de su conferencia.
de mi tema?                              Dígalo sencilla y directamente.    


                                                  Hable acerca de su tema.
Discusión.                                Este es el cuerpo del discurso.
                                                  Dedíquele la mayor parte del tiempo.

                                                  Recapitular lo que ha dicho y “dar en el blanco”.
                                                                                       Decir por qué es importante el asunto de que
Conclusión:                                                                  usted ha estado hablando.
Fluirá naturalmente                  Debe lograr 2 cosas      Aplicar la conferencia a la vida diaria y a los
de la discusión.                                                               problemas humanos.

                                                 Un interés intelectual no es suficiente para una conferencia teosófica.
                                                 Debemos despertar el alma.
                                                 Si su conferencia no produce una buena conclusión no valía la pena
                                                 decirla.

                                                 Haga todas las notas que quiera para la preparación.
                                                 Simplifíquelas.
Mejor que las Notas                Destílelas.
es prescindir de ellas.              Exprímalas y...
                                                 bótelas.


                                                 Saque de su mente toda intención de escribir su conferencia
                                                 y memorizarla.
Si le gusta a usted                    Con ello mataría todo germen de espontaneidad.
el trabajo creador.                    Desarrollando el pensar creador, con la misma cantidad de trabajo
                                                 para memorizar, obtendrá usted 50 conferencias.
                                                 Nunca se vuelva meramente académico.                                                     
Capítulo VII

IMPROVISACIÓN

     Ahora  estamos listos para empezar a hablar. Muchas veces habrán pensado Uds. que el trabajo en la plataforma ha debido comenzar antes; pero creo que encontrarán, al adelantar, que el trabajo preliminar sobre respiración, postura, voz, elaboración y arreglo del material, les ha infundido una mayor sensación de seguridad y ha eliminado muchas cosas que hubieran surgido hasta derrotarles si hubieran tenido que aprenderlas Uds. a fuerza de experiencia en la plataforma.
     Todavía sienten Uds. temor de empezar a exponer la Teosofía y explicar sus postulados, en parte porque su conciencia les dice que no la han estudiado tan bien como honradamente podrían, y en parte porque están seguros de que algunos de los presentes saben más que Uds. y despreciarán sus inadecuadas presentaciones. Si hubiera, sin embargo, alguna cosa en que Uds. supieran que son los únicos especialistas presentes –si por ejemplo Uds. fueran especialistas en historia o medicina o altas matemáticas- y se les pidiera explicar algún punto, no se harían de rogar. Quiero, por lo tanto, darle a cada uno de Uds. un tema en el cual son el único especialista viviente, y del cual sólo Ud. sabe la verdad. Quisiera que cada uno de Uds. hable de cómo se interesó por el Movimiento Teosófico. Tema trivial?. Absolutamente. Creo que es el que más importa, porque lleva oculto en algún sitio dentro de él todos los elementos de reminiscencia, despertar, equilibrio de factores durables y perecederos, de que he hablado; y podrían Uds. gastar el resto de esta vida y de muchas más sin agotarlo totalmente.
     Uds., almas divinas, han sido sacudidas por cierta medida de realidad, y si pudieran analizar todo el proceso, con sus coincidencias, aceptaciones y rechazos, exaltaciones y desalientos, tendrían un epítome de toda la Teosofía. Y además el tema sería SUYO. Nadie más podría presentarlo. Una persona más sabia podría, por cierto, saber mejor que Ud. lo que le ha sucedido a Ud., y podría comprenderlo mejor en teoría, pero nunca podría exponer las reacciones de Ud., y esas reacciones son lo más importante para Ud. como expositor Teosófico. Esto es muy importante.
     Lo más pronto que puedan deben Uds. quitarse de la cabeza toda idea de que están hablando de Teosofía, y reemplazarla por la realización de que lo que hacen es exponer sus reacciones ante la Teosofía. No quiero decir que hayan de pasarse Uds. toda la vida diciendo “Tal como yo lo veo” , o “Tal como me parece” o cosas por el estilo. Sino que recuerden que cualquier tema que toquen llevará el tinte de su propia personalidad, y que su paso por su mente y emociones es lo que lo hace viviente y actual para los oyentes. Y esa es, también, una razón para que Uds. perfeccionen su mente y sus emociones. Pueden quedarse cortos de la verdad, pero siempre pueden ser sinceros.
     Ahora mismo, probablemente, cada vez que piensan en un tema para una conferencia, no piensan sino en eso y nada más, como si fuera un inflexible y rígido fragmento de saber, una especie de enigma por el cual se les matará si no lo resuelven. Se sentirán Uds. mucho más contentos cuando lleguen a pensar en una conferencia sobre, digamos, Paracelso, no como una presentación importante y terminante llamada “Vida y Obra de Paracelso, el Filósofo del Fuego”, sino como si se titulara “Mis pensamientos y sentimientos nacidos de un estudio tan completo como pude hacer en el tiempo que tuve disponible, sobre la vida y los escritos de Paracelso, incluyendo varias ideas Teosóficas que han surgido en mi mente en relación con el Tema, y tendientes a arrojar luz sobre él, todo lo cual ha de considerarse como un esfuerzo por moverlos a Uds. a leer sobre Paracelso, y con la resolución adicional de mi parte de estudiar más acerca de Paracelso antes de ofrecer mis pensamientos y sentimientos acerca de él en otra conferencia”.  Suena raro y ridículo de esa manera, pero al fin y al cabo esa es una enunciación honrada de una buena conferencia sobre Paracelso.
     Por eso creo que Uds. se sentirán más contentos si su primera conferencia en este curso es francamente una charla personal sobre algo que les haya preocupado por algún tiempo, y sobre lo cual probablemente hayan tenido ocasión de discutir con sus amigos y parientes escépticos.
     Otra cosa les pido, por favor; no preparen esto. Háganlo improvisadamente. Aunque tengan la oportunidad de prepararlo, no lo conviertan en un discurso preparado. No se acuerden de esto, ni piensen sobre ello, sino cuando ya estén sobre la plataforma. Esta es una oportunidad de “volar”, y echar estos vuelos es algo que Uds. tendrán que practicar, si quieren ser buenos oradores. Por “volar” quiero decir dejar sus notas, y desenvolver sus sentimientos en pensamientos, ahí mismo delante de su auditorio.
     Todos tenemos la idea de que podríamos hacer un buen discurso si dispusiéramos de tiempo suficiente para repasarlo, adobarlo, pulirlo y desarrollarlo hasta la perfección. Probablemente nos aprenderíamos de memoria largos trozos, si no todo, y luego nos pondríamos de pie y lo diríamos y nos saldría magníficamente. Pero con seguridad que no saldría así. Sería un esfuerzo pobre, opaco, artificial, pedestre, lleno de tropiezos y de chistes mal echados, enredado y confuso. Carecería de espontaneidad, porque descuidamos el desarrollo de esa facultad. Nos habría resultado mejor dar diez pláticas malas sobre ese tema, y luego llegar a la undécima con la experiencia acumulada de todas las anteriores.
     Es por eso que desde ahora quiero introducir en el curso un ejercicio de improvisación en cada sesión, para desarrollar la cualidad de pensar de pie. La mayor parte del trabajo seguirá siendo sobre material preparado, lo cual es muy necesario. Pero también su trabajo debe ser cada vez más plástico, deben ser Uds. cada vez menos esclavos de sus notas, y más capaces de prescindir de ellas para desarrollar espontáneamente las ideas que se les vengan en el momento; pues, como verán una vez que hayan aprendido a dominar sus nervios, mientras están hablando es cuando obtienen sus iluminaciones más valiosas, y sería una tragedia temer usarlas mientras están aún vívidas y potentes.
     De ahora en adelante, entonces, harán dos cosas. Prepararán y elaborarán material para darlo desde la plataforma, y cada tarde contestarán improvisadamente a una pregunta que se les suelte. Estas preguntas los obligarán a hacer una narración de acontecimientos o una declaración de sentimientos nacidos de su propia experiencia. No preparen la respuesta: déjenla venir, y... vendrá.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     Si tienen un tema para elaborar, divídanse en grupos y salgan de eso primero.
     Luego, que el líder pida a cada uno contestar la pregunta que mencioné arriba: “Cómo se interesó Ud. por el Movimiento Teosófico?”. Notarán que evito la forma común de preguntar “Cómo se hizo Ud. Teósofo?”, para que ninguno vaya a sentirse tentado de explicar la diferencia entre un Teósofo y un estudiante de Teosofía. No es eso lo que se quiere en esta ocasión, sino una narración de sucesos y experiencias. Que cada orador le dedique unos diez minutos a su respuesta cuidando la postura y la voz. Claro que sentirá que lo que tiene que decir no es muy importante, y tenderá a hablar excusándose como la vendedorcita de violetas que anunciaba sus flores en voz baja con la esperanza de que nadie la oyera. Es algo difícil al principio asumir una voz rotunda y gesto de orador para hablar de cosas que hasta entonces han sido solamente para conversarlas tranquilamente; pero el estudiante tiene que aprender a hacerlo. Si la presentación es demasiado grande para el tema, no valdrá bajar el tono de la presentación, sino que será necesario mejorar el tema.
     Algunos de los de la clase se sentirán vacilantes y cortos de palabras, y decidirán que no fueron hechos jamás para oradores. Claro que no hay tal. La vacilación, y la repetición de ciertas palabras, no se debe a una falta fundamental de palabras, sino a algún pequeño defecto de expresión que puede curarse fácilmente. Nueve de diez veces esta vacilación proviene de hablar con mucha rapidez. El principiante se siente tan contento cuando se le ocurre una sarta de palabras, que procede a soltarlas a toda máquina. Y cuando llega al final de la cuerda tiene que pagar el precio de su extravagancia buscando una nueva sarta.

     Si puede aprender a ir despacio y mantener un ritmo parejo, las palabras que suelte harán crecer otra idea y un nuevo grupo de palabras cuando las termine. La voracidad en hablar es tan mala como la voracidad en cualquier cosa. Causa indigestión. La regla es: hablar despacio y respirar con frecuencia.
     El otro defecto es una visualización deficiente o inadecuada. El orador dice que hizo algo, sin trazarse una imagen adecuada de él mismo haciendo esa cosa. Recuerden: la mente trabaja sobre imágenes, y la fluidez en el hablar es fluidez en la visualización. Una persona dice que es demasiado nerviosa para pensar. Lo que pasa es que es demasiado nerviosa para formarse el cuadro o imagen. Cuando digan Uds. que hicieron o sintieron tal cosa, imagínense cómo eran Uds. cuando hacían o sentían esa cosa, y no les faltarán palabras descriptivas. En la próxima lección les diré más sobre la visualización porque es el servicio peculiar que el orador presta al auditorio.

     Que todos los del grupo pasen por el ejercicio de contestar esta pregunta, sin quedarse ninguno para la sesión siguiente, porque entonces tendrán una nueva pregunta. Si alguno ha estado ausente de esta sesión, que no se pierda de esta pregunta, sino que la conteste en la sesión siguiente con la de ese día.
     Como conclusión, que cada miembro escoja entre los temas que ha usado en sus ejercicios de producción, uno en el que prepare una charla de media hora, con un plazo de una quincena para prepararla.

TAREA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Siga con el tema de su conferencia, arreglándolo en alguna forma, como indiqué en la lección sobre “Arreglo”. Ahora que se va a usar para una charla de media hora, puede Ud. ampliar considerablemente su alcance e introducirle muchas cosas que lo enriquezcan. Si le parece demasiado corto para una conferencia completa, rellene la introducción, poniendo más énfasis sobre las evaluaciones que lo hagan más propio para un auditorio no versado en Teosofía.

EJERCICIO PARA LA SESIÓN COMPLEMENTARIA
 
     He aquí otra pregunta para trabajo improvisado: “Cuál ha sido su experiencia sobre la actitud del Cristianismo ortodoxo y sus amigos ortodoxos hacia la Teosofía?
     Observe que lo que se pide es una respuesta narrativa. No le pido que hable acerca de las iglesias; no quiero que la clase termine en pelea si alguien empieza a dogmatizar sobre esto. Es un paso más allá de la primera pregunta. Requiere que Ud. trate de reconstruir argumentos que ha tenido, y esfuerzos que ha hecho por escudriñar lo que ocurre en la mente de alguna otra persona. Que cada uno hable unos diez minutos para contestar esta pregunta.
     Otra indicación aquí. Los que hablan habrán notado no meramente una tendencia a vacilar a veces, sino que cuando esta vacilación es muy marcada, algunos se sienten destrozados, sin saber qué más decir. Probablemente piensan que ningún orador experto caería jamás en esto. Y la respuesta es que los oradores expertos también caen a veces en estos atolladeros, pero como son expertos, nadie se da cuenta. El novato en oratoria, cuando se ve en dificultad tartamudea y todos lo notan; y el saber que todos lo notan lo enreda más aún. El veterano reversa el proceso. Cuando se encuentra en apuros se hace más impresionante que nunca, va más despacio y pone más énfasis en todo, como si estuviera en el punto capital de su discurso. Y lo está. No está engañando. Está poniendo presión donde se necesita, porque sabe que el lugar en donde está empantanado por falta de palabras, es el lugar de la idea más compleja y difícil que tiene que emitir. El novato ve el salto y se desvanece. El veterano hace acopio de fuerzas más que nunca, y lo salta.
De modo que cuando sientan que van a hacerse pedazos, apresten todo, midan sus palabras, marquen sus pautas y recalquen sus énfasis. Estos coeficientes de seguridad les darán la seguridad que necesitan.


TAREA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Continúen la producción y preparación de la plática que escogieron. Guarden todas sus notas, que son como sus libros de cuentas, y como semilleros de futuras conferencias. No se sientan demasiado orgullosos para llevar un  sistema de anotaciones, ni demasiado perezosos.

NOTA PARA EL LIDER Y LA CLASE

     Hay una cuestión que deben decidir Uds. ahora sobre la organización de sus reuniones, y dependerá su respuesta del tamaño de su grupo. Si no pasan de seis miembros pueden seguir como hasta ahora. Pero si son más deberían fijar una tarde dominical dos veces por mes para dar las conferencias preparadas. Las primeras de estas conferencias de media hora tocan la semana entrante. Si su grupo es pequeño, pueden asignarse dos conferencia a cada reunión. Pero si son muchos, necesitarán más reuniones especiales. Esto deben arreglarlo entre Uds. de modo que cada miembro pueda dar una plática por mes en adelante, de preferencia fuera de la reunión regular de estudio, pues esta debe usarse para estas lecciones, y para trabajo improvisado y otros. La asistencia a toda la sesión de práctica sobre conferencias es de gran ayuda para el que habla y de gran beneficio para los que escuchan.

































Capítulo VIII

LA UNION CON EL AUDITORIO

     Esta lección puede ser muy breve en cuanto al aspecto teórico, porque ahora que el grupo está trabajando en improvisación y preparando conferencias, la mayor parte del tiempo en la clase y fuera de ella estarán todos muy ocupados.
     En la lección pasada hablé de que la visualización deficiente es la causa principal de hablar con vacilación y tropiezos. Los defectos de respiración, postura, impostación de la voz, y las varias manifestaciones del complejo de inferioridad de que hemos hablado, son cosas que entorpecen la facultad de formar imágenes.
     La gran función del orador es ver por su auditorio y transmitirle en palabras los sentimientos que él tiene cuando ve. Esto es lo que Uds. tienen que aprender a hacer para sus oyentes. Voy a hablarles ahora un poco más sobre la visualización, pero no puedo ofrecerles reglas para esto; Uds. tienen que desarrollar esta cualidad a su propia manera.
     Si han seguido metódicamente este curso, están ahora en una bifurcación de su camino en la que tienen que escoger entre dos sendas. Pueden escoger la senda de las palabras, frases filosóficas, fórmulas estereotipadas, expresiones pedantescas. Claro que no pueden dejar de visualizar, pues eso equivaldría a dejar de pensar; pero pueden escoger visualizar páginas de palabras, frases impresas, ideas acerca de ideas, y toda la hojarasca del escolástico. Y aunque algunas veces pueda convencer a un escolástico, para la generalidad del público no será Ud. sino un opaco y prosaico repetidor que se aprovecha de pensamientos ajenos. Será Ud. un nebuloso filosofizador, y aunque tenga la cabeza en las nubes, será un materialista craso porque tendrá que depender siempre de ideas ajenas. Fíjese en esto: Ud. vino a la tierra para hacer ideas, y será una manera muy pobre de ejercitar su Divino Arte el dejar que su mecanismo de ideación se atrofie mientras Ud. anda por ahí recogiendo en su carrito las ideas de otros, como el dueño de un restaurante que va a otros sitios a buscar comida.
     La otra senda es la de imaginar vívidamente todas las cosas en términos de vida. Si H.P.B. dijo algo importante, no se lo imagine simplemente como una cosa impresa en una página. Imagínelo como sucediendo, vino no sólo de por sí, sino en relación con todas las demás cosas de esa clase. Véalo siempre como un hecho y no como la exposición de un hecho. No se preocupe nunca de dónde viene su Teosofía, pero sí observe si es buena ahora que está aquí. Tiene vida?. Es fértil?. Es vívida?. Abre nuevos horizontes?. Hace VER cosas a la gente?.
     Ha observado Ud. alguna vez un auditorio amodorrado en medio de una disquisición sapiente pero opaca, que súbitamente se despierta cuando el orador comienza a echarles un cuento?. No es que la gente quiera cuentos. Sino que vinieron a ver algo, y este es el primer momento de visión que tienen. Habrían permanecido despiertos si hubieran tenido visión en este plano, pero como no se les dio tal visión, empezaron a pasarse inconscientemente a otro plano a buscarla.
     Este es el principio fundamental de la oratoria; las reglas tienen que desarrollarse a su manera. Su auditorio no obtendrá visiones si Ud. no las tiene. Si Ud. les dice que Eneas bajó al averno llevando la rama de oro, y al decírselo no lo ve sino como una línea de un libro, empezará Ud. a vacilar por falta de memoria y a sus oyentes les importará un pepino que es lo que llevaba Eneas. Pero si Ud. ve a Eneas delante de Ud., sus oyentes también le verán. Ud. es un transmisor de imágenes en palabras-símbolos. Su auditorio está compuesto de gentes acorraladas entre cuatro paredes, que han venido a que Ud. les haga Ver algo. Una de dos cosas puede sucederle a Ud.:

     1) Puede ver pero no puede decir.
     2) No puede ver y, por tanto, no tiene qué decir.

     De los dos tropiezos sería preferible el primero, pues las palabras vendrán si uno tiene un cuadro, una visión. Pero si lo que Ud. tiene son palabras y nada más, el cuadro tardará mucho en venir.
     Por tanto, cuando esté hablando, imagínese que está viendo las cosas de que habla encima de las cabezas de sus oyentes. No se necesita ponerse melodramático, sino cierre un poquito los ojos y proyecte su imagen allá encima detrás de ellos. Le sorprenderá ver qué tanto poder y claridad le otorgará esto y con cuanta facilidad encontrará palabras llenas de color. Si Ud. está hablando sobre el crecimiento de un movimiento en cierta época histórica, no lo piense como una mera abstracción. Véalo como un movimiento que va creciendo gradualmente en volumen. Y cuando tenga que describir su decadencia, véalo adelgazándose y desmoronándose. Si tiene que hablar de las ideas u opiniones de determinado hombre, no se pierda en la niebla de sus opiniones, sino mantenga la imagen de esa persona con todas sus características, y así le impartirá mucho carácter a lo que diga. Identifíquese con él. Si Ud. está describiendo planos, vea planos; si cualidades, imagine las cualidades. Si tiene que decir “Sócrates decía...”, no se limite a repetir unas palabras que leyó. Vea al ameno y desgreñado hombrecito con su nariz respingada y su áspera barba. Véalo de pie durante interminables horas, inmóvil en la esquina de una calle de Atenas, sumergido en su Dios, con aquella curiosa mezcla de seriedad y jocosidad suya, mientras arguye que sus conciudadanos no deberían matarle. Véalo hablando. Entonces lo que él dijo tendrá el poder de sacudir a sus oyentes, porque Ud. tendrá un poder que obtuvo mediante esa mejor visión de Sócrates.
     Se ha preguntado Ud. por qué una persona es tan monótona cuando lee –aunque sean palabras escritas por ella misma- y por qué es tan vívida cuando habla? Ha notado Ud. cómo cuando un hombre está leyendo y se detiene para insertar unas pocas palabras suyas, los oyentes se ponen alerta? Eso se debe a que mientras está leyendo su imagen mental es la de una página de palabras. Y cuando habla, su imagen es la de algo directo que él describe. El arte de leer bien consiste en familiarizarse con las palabras, y las ideas, ya sea ensayando la lectura o desarrollando el arte de ir viendo detrás del velo de las palabras las imágenes de las cosas que las palabras pintan.
     Observen que arriba hablé de “identificarse” con algo –el carácter de un hombre, por ejemplo. Esto no es un modo de decir, únicamente. Ocultamente es un hecho que podemos identificarnos con la imagen de la cosa que contemplamos, entrar en ella. Los filósofos Hindúes sabían esto hace mucho tiempo, y los nuestros hasta ahora poco lo descubrieron, pero todavía no saben utilizarlo porque no tienen aún una teoría válida sobre el mecanismo de la mente. Nuestros psicólogos han descubierto que cuando un hombre contempla algo, “se siente” dentro de ese algo, y han comenzado a pensar que esta es la base de la apreciación del arte. Si uno mira un cuadro de una montaña, por ejemplo, sabe su altura y su tamaño porque lo siente como si por el momento fuera su propio cuerpo. A esto se le llama empatía. El ocultista va más allá. Dice que la razón para que sintamos que esa forma es nuestro cuerpo en ese momento, es que en ese instante la forma es nuestro cuerpo en la materia sutil de la mente, y seguirá así hasta que construyamos otra forma que ocupe su lugar. Esta es la base de todo el ocultismo práctico, que nuestra vida aquí es un hilo en el cual están ensartadas estas miríadas de formas en las que hemos vivido por instantes.
     Ud. entra en la visión de Sócrates y se queda allí mientras quiera, energizándola, sumándole todas las formas conectadas con esa visión, y por el momento Ud. es eso en que su mente está fija.
     Cuando Ud. repite una frase atribuida a Sócrates, en lo que está viviendo Ud. es en una forma de la palabra Sócrates, que le dará poco o nada como orador.
     Ve ahora por qué la visualización de una cosa significa poder, y la mera visualización del recuerdo de la cosa no es sino debilidad? Ve por qué cuando Ud. nos conjura la imagen nos transmite el poder de sentirla?
     Esta es su unión con el auditorio, y Ud. tiene que aprender a usar esto. Claro que no lo logrará inmediatamente. Pero al fin lo conseguirá. Por el momento, recuerde cuando se sienta empantanado en las palabras, que se le ha olvidado formar la imagen. Esta es la unión mental con el auditorio.
     La unión moral con el auditorio la trataré más brevemente. La comprensión de esto está contenida en la frase que usé arriba –que, su auditorio ha venido a que Ud. les haga ver algo. Ud. no tiene pretensiones de sabiduría ni de saber más. Sus compañeros de estudio le han pedido que se adelante un poco a ellos dentro de algún tema que cualquiera de ellos podría estudiar también. Ud. lo ha hecho así y ahora viene a decirles lo que ha visto. Lo que les dice es su reacción de Ud. a lo que ha hallado. Si Ud. hace bien su trabajo, estará contento de haberles servido. Si lo hace mal, ya lo pensarán ellos mejor antes de volver a hacerle estos encargos. Y lo mismo pasa si su auditorio es de extraños. Ud. no viene a decirles cosas. Ellos vienen a oírlo. Ud. se les ha adelantado un poquito dentro de la Teosofía, y les dice lo que ha hallado. Ellos también son compañeros de estudio en los misterios, aunque por otros caminos. Si no encuentran nada pueden irse. La puerta está abierta. Ud. no se sube jamás a la plataforma para enseñarles, ni para mostrarles lo listo que es Ud. Se sube para compartir sus recuerdos con otros que han olvidado. Recuerde esto, y la mitad de sus dificultades se acabarán.
     Hay otras cosas que Ud. irá aprendiendo. Cuando Ud. se de cuenta de que puede hablar fácilmente por el tiempo que se ha propuesto y en forma bien construida, podrá dedicar alguna atención a la consolidación de su auditorio. Aprenderá, por ejemplo, que si bien al comienzo de su conferencia se considera a sí mismo como situado en frente de sus oyentes, uno contra muchos, puede ir llegando a sentirse como que Ud. los contiene a todos, uno abarcando a muchos. Este será un paso grandioso, y desde ahora puede ir pensando en esto, como allanando el camino, hasta que esto se vuelva lo corriente. Pero no cavile sobre esto ahora, sino dedíquele todo lo que pueda a la visualización.
     Hay otra práctica oculta que puede ensayar ahora si quiere. Es un medio de consolidación que le será de más utilidad más adelante, cuando haya aprendido Ud. la treta mental y emocional de abarcar a su auditorio. Consiste en pensar en una concha ovoide que incluye a todo el auditorio, y cuyo extremo menor tiene Ud. en su boca. Naturalmente su primer efecto es sobre Ud., demarcándole los límites que debe llenar con su voz. Y como el ser oído no es cuestión del volumen de voz sino de la intención de ser oído, verá Ud. que puede obtener mayor poder con menos esfuerzo. Ensáyelo al comenzar una plática deteniéndose en esta imagen por un segundo. Y más adelante, en una pausa, renueve la imagen.
     Los ojos desempeñarán un papel importante al dar una conferencia. Desenvuelva tan pronto pueda el arte de incluir a todo su auditorio en su mirada, al recorrer todo el salón. Tendrá la tentación de no mirar a sus oyentes, o, lo que es peor, mirar a una sola persona o grupo de personas, sin reparar en los demás. No se afane por esto, ni permita que el esfuerzo por hacerlo le impida otras cosas más importantes. Pero sí recuerde que tiene que mejorar en este sentido gradualmente.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     Sigamos en nuestro trabajo de improvisación. He aquí otra pregunta adecuada: “Cómo le ha explicado la idea de la reencarnación los problemas en que Ud. ha estado interesado en su vida? “ Observe que también en este caso la respuesta debe ser personal y narrativa. No se trata de que haga una disertación sobre la reencarnación, sino de que discuta la manera como ella ha contestado sus interrogantes. Puede que Ud. haya venido a la Teosofía a través de labor social de alguna clase. ¿Qué luz le ofrece la reencarnación sobre el problema de la pobreza, la miseria y la opresión? Quizá vino Ud. por una pérdida muy sensible. ¿Qué ha hecho por Ud. la reencarnación? Revise los sucesivos grupos de ideas que han sido afectados por la teoría del renacimiento, y diga su propia historia. No tema ser personal, pues al fin y al cabo lo único que uno puede ofrecerle al mundo es uno mismo. Si sobra tiempo, hacer que algunos lean y practiquen la visualización de las ideas que están en el texto.

TAREA DIARIA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Sigan en su trabajo de preparación de una conferencia. Esa será en adelante toda su tarea. Apunte en su libretín ideas para conferencias.


EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SESIÓN

     Si todos no alcanzaron a contestar la pregunta de la sesión anterior, no importa. Ponga a los que se quedaron sin contestar, la siguiente pregunta: “Qué ha pensado Ud. acerca de la necesidad de divulgar las ideas Teosóficas?” Esta pregunta puede ser algo difícil. Sin embargo, es un tema narrativo, y cada uno puede encontrar mucho qué decir. Desde que entramos a la Teosofía siempre hemos estado preguntándonos sobre nuestra responsabilidad en la promulgación de la verdad, sobre el deber de enseñar, sobre nuestra propia relación con estos temas, sobre las fases prácticas del ocultismo, sobre el servicio, etc. Por lo menos, dígase lo que se siente ahora; pero será de mucho valor para cada estudiante tratar de seguir la pista del desarrollo de sus sentimientos acerca de esto. Sacará a luz muchas cosas que había olvidado acerca de sí mismo, que le serán muy útiles. No olviden que estas charlas improvisadas son más importantes por el modo de darlas que por el contenido. Son oportunidades de ponerse de pie y hablar y desarrollar ideas espontáneamente. No se trata de decir la última palabra sobre el tema. Dentro de diez años verán Uds. que siguen hablando sobre estos mismos temas, aunque de diversas formas y presentaciones.

LABOR DE CONFERENCIAS

     No sé qué método estarán siguiendo Uds. Supongo que están haciendo lo que les he sugerido, dedicando una o dos sesiones especiales por mes para que todos den una conferencia preparada cada mes. Lo importante ahora es que aprendan a ocupar todo el tiempo asignado. Hasta ahora, me imagino, habrán cortado cuando han querido. Esto está bien para un brindis o dar las gracias en una comida; pero ahora tienen que aprender a hablar su media hora de reloj.
     El líder no debe interrumpir a los oradores, pero sí criticarlos cuando terminen. Hará anotaciones escritas para ello, procurando que esto no moleste al orador; por ejemplo, que éste no lo vea haciendo apuntes en su cuaderno a cada rato.
     A medida que los miembros terminen sus temas, se les asignarán otros nuevos. Esta vez aconsejaría temas biográficos con mucha narrativa. Pero recomiendo especialmente que no los escojan, sino que los saquen a la suerte. He aquí algunos sobre los cuales encontrarán informes en una buena Enciclopedia:  Paracelso, Jacobo Boheme, Plotino, Platón, Pitágoras, Giordano Bruno, Lao-Tze, Dante, Virgilio, Swedenborg, George Fox, y cualquiera otros sobre quienes tengan Uds. libros. Sería bueno rotar esta lista hasta que todos hayan hablado sobre todos. Me parece muy conveniente para todo conferenciante Teosófico tener un buen conocimiento sobre estas personas. Cada uno debiera hablar siquiera una vez acerca de H.P.Blavatsky, su vida y su obra.

















Capítulo IX

EL USO DE LAS PALABRAS

     Veamos ahora el papel que les corresponde a las palabras en una conferencia. Las palabras no son un fin por sí solas; sirven para vestir las imágenes. Si Uds. tratan de decir palabras por lo que ellas valen, se verán derrotados. Pero si las colocan en su lugar como servidores en su facultad de hacer imágenes, empezarán a fluir con creciente facilidad, y la búsqueda de palabras adecuadas para vestir sus ideas se convertirán en un ejercicio fascinador.
     Claro que todos sabemos que las palabras son para vestir ideas; pero una cosa es saberlo en teoría, y otra cosa es saberlo para usarlo con habilidad y seguridad. Tienen Uds. que desarrollar y experimentar el modo de que la creación deliberada de una imagen en la mente provoque un flujo de palabras relacionadas. Y cómo aumentando la intensidad con que Uds. fijen su atención en una imagen, aumentará el flujo y fuerza de las palabras.
     Se sorprenderán Uds. al ver lo limitado que es su vocabulario corriente. Claro que cuando leen, muy raramente encuentran una palabra que no entienden. Pero muchas de ellas son palabras que Uds. casi nunca usan, y claro que si no las necesitan tienen razón en no usarlas. Pero ahora que van a tener más imágenes y la necesidad de transmitirlas, necesitarán mayor surtido de palabras. Y para adquirirlas necesitarán orden y sistema.
     Como conferenciantes necesitarán describir imágenes. Y verán Uds. que para ello necesitan un buen surtido de palabras. Y para cada conferencia necesitarán ampliarlo en algún sentido, según el tema que se va a tratar.
     Hace algunos años, después de una conferencia sobre algún tema místico, aprendí mi lección acerca de las palabras, cuando me contaron de una niñita que le preguntó a su mamá: “Mami, qué es Karma?”La madre le dijo, “Por qué quieres saberlo?” Y la niña contestó, “Porque ese señor que habló dijo 19 veces esa palabra, hasta donde alcancé a llevarle la cuenta.” Bien: esa noche le dediqué una hora muy provechosa a buscar sinónimos y paráfrasis de Karma. Y cuando reuní: justicia, compensación, retribución, equilibrio, flujo y reflujo, causa y efecto, acción y reacción, ecuación, simetría, ida y regreso, emergencia y absorción, repercusión, y unas pocas frases más largas, obtuve mi primera vislumbre de lo que podría ser Karma. Ven Uds. que en el terreno de lo oculto la idea de Karma puede ser reconstruida a partir de su progenie verbal, la cual incluye muchas más palabras de las que acabo de dar.
     El punto importante es que cuando encuentren Uds. una palabra que buscan, no la tomen muy a la ligera, sino como a un empleado que contratan y cuyos antecedentes tienen que estudiar cuidadosamente. Se fijan en el trabajo que una palabra puede hacer?. Pues eso es lo único bueno que puede hacer. Hasta las palabras del lenguaje popular existen porque sirven para un uso especial.
     Su problema con las palabras no es recopilar un poco de palabras altisonantes, ni llenar unos cuantos estantes de libros para obtener un barniz de erudición, como el hombre que aparece en los anuncios. Sino adquirir las palabras que llenen una necesidad especial. Cuando Uds. aprendan a hacer esto, la cacería de palabras se convertirá en una investigación interesante, y alcanzarán Uds. una Teosofía de nueva clase, porque cada palabra hará brotar de su memoria inconsciente una multitud de imágenes relacionadas. Desmenucen cada palabra, ármenla de nuevo, conozcan todos sus parientes, sus amigos, sus contrarios.     
     Cuando estén preparando una conferencia y encuentren que sus ideas son un tanto vagas sobre algún punto, tomen la palabra que tienen para ese punto que están tratando de expresar, y reúnan todos sus sinónimos. Escríbanlos. Vean cada uno de ellos en un buen diccionario que indique la derivación y la historia de las palabras. Averigüen exactamente lo que significan, y díganlo varias veces en voz alta hasta que se sientan familiarizados con la palabra. Desde ese momento en adelante esa palabra es SUYA, y cuando la necesiten en sus conferencias les vendrá fácil y naturalmente, trayendo consigo todas sus asociaciones energizantes. Consigan también un buen libro de sinónimos, y el “Glosario Teosófico”.
     Aprendan a querer las palabras, y úsenlas con reverencia. No hagan como muchos que dicen “bonito” para indicar toda cosa agradable, y “feo” para indicar toda cosa desagradable. El empleo de esas palabras como maniquíes es dañino porque se acostumbra uno a no usar las palabras correctas. Si uno usa “bonito” para indicar veinte cosas, quiere decir que habrá veinte palabras que desaparecerán de su vocabulario, con mengua para su poder de expresión. No es que las palabras comunes y toscas molesten al Creador del macrocosmos, sino que le impiden al creador microcósmico que hay en nosotros expresarse plenamente.
     También seamos cuidadosos en la pronunciación de las palabras. Las palabras son cosas sagradas, sombras en la tierra del Logos, del Gran Verbo o Palabra al que pertenecemos, y con el que debemos identificarnos. Aprendan a acentuar bien las palabras y a no juntarlas indebidamente. Hay que pronunciar las palabras con respeto y cariño, para que den su belleza innata.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESIÓN

     Por hoy interrumpan su  “Trabajo de Improvisar”, y dedíquense a leer, como para anclar bien en sus mentes algo de lo que hemos leído acerca de la pronunciación, acentuación, separación entre palabras, etc. Es cuestión de destreza muscular de la lengua y los labios. Critíquense y corríjanse unos a otros con buena voluntad.

TAREA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Continúen preparando sus conferencias. Ensayen lo que les he sugerido sobre examinar las palabras, y abran un cuaderno para anotarlas. Les servirá mucho.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SESIÓN

     Sigan los ejercicios de lectura. Que cada lector lea un trozo corto, para que todos puedan leer dos o tres veces.

TAREA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Continúen el trabajo de preparación.
     Los miembros tenderán quizá a querer cambiar y posponer esto. Ojalá no lo hagan. Nada es tan dañino como estar posponiendo y haciendo cambios. Si un miembro no ha tenido tiempo de preparar una conferencia completa, que dé lo que tenga preparado y deje para completar lo que falta dentro de una semana o un mes. De lo contrario le costará más trabajo después.














Capítulo X

SEMILLA

     Llegamos ahora a una etapa importante en su trayectoria como conferenciante, y en la cual tengo interés especial en que Uds. tomen el giro recto. Este es el punto en que Uds. decidirán si aceptan o rechazan los medios para convertirse en oradores fértiles y útiles.
     Tengo un sistema que ofrecerles ahora, el cual, si Uds. lo usan, tendrá una gran influencia no solamente en lo que Uds. digan desde el estrado, sino también en lo que escriban, en sus estudios teosóficos, y ciertamente en todas sus funciones creadoras. Permítanme comenzar con una generalización. Todo el progreso en la vida es un proceso de unificar, de compactar, de interrelacionar, de integrar, de consolidar. Al comenzar la vida tenemos varias facultades o talentos aparentemente no relacionados entre sí. Al seguir adelante entramos en contacto con una variedad de experiencias que tocan diferentes cosas que no parecen relacionarse unas con otras. Al mirarlas, no somos capaces de encontrarle razón ni objeto a ninguna de ellas; parecen carecer de diseño y objetivo. Las personas poco maduras dicen entonces: “Uno nunca sabe cual es su destino” o “Qué cosas tan raras las que ocurren en el mundo!”; y algunas cogen la costumbre de ir a donde las pitonisas. Si uno es un Teósofo de segunda, ve todas estas cosas como una especie de revoltijo de basura kármica de vidas pasadas. Si Uds. son Teósofos de mejor clase, sabrán que Uds., el Alma, está haciendo un tejido cuyos elementos irán tomando cierto diseño y ritmo. Verán también, si vigilan y contemplan sus procesos, que factores aparentemente desconectados de su vida se juntan de cierta  manera, y que pasajes antes inexplicables van traduciéndose en un despertar del Alma. Más aún, verán que ninguna otra cosa distinta a su extraña variedad de experiencias podría haberles dado jamás las capacidades peculiares que ahora poseen. A medida que crecen Uds. en edad, la vida se integra, y crecen Uds. en fortaleza. Decimos, “Feliz el hombre que ha encontrado su tarea,” cuando debiéramos decir, “Feliz el hombre que ha aprendido a enfocar en una sola dirección su extraño surtido de talentos y experiencias”.
     Lo que quiero es urgirlos a que organicen su vida mental, y especialmente su labor de conferenciantes, conforme a esta analogía. Que en vez de ver todas las cosas que afectan sus sentidos o que emergen de sus facultades creadoras, como diferentes y sin relación entre sí, como un batiburrillo sin lógica, piensen que todas sus ideas y sensaciones son parte de un diseño que Uds. pueden tejer si quieren. Ya Uds. conocen el antiguo dicho: “Conocer es discernir las diferencias entre las cosas; saber es discernir sus similitudes”. Les recomiendo aprender a desarrollar conscientemente el método de buscar las similitudes, las conexiones e identidades. No dejen ir una idea mientras no la hayan pasado por toda la gama de sus similitudes. Si no las pueden encontrar fácilmente, háganse preguntas sobre ellas. Siempre pregúntense con respecto a las cosas: A qué se asemeja? Cómo se relaciona con lo que ya conozco? Qué otras formas tiene esta misma idea o cosa? Por ejemplo, cuando piensen en los Metodistas, no dejen ir la idea, sino díganse: Metodistas? Metodismo? Método? Cuáles son sus analogías? Es el metodismo una secta especial, o es un hábito mental en todas las religiones? Hay Budistas Metodistas? Brahmanes Metodistas? Taoístas Metodistas? Había Metodistas en los tiempos de Jesús? en Egipto? En Grecia?”.  Así, cuando ya dejen de pensar en esto no habrán botado la idea. Puede que no hayan podido contestar inmediatamente una sola de estas preguntas, pero habrán apelado a la Sabiduría, y algún día lo que hayan inquirido les llegará. Meses o años más tarde, cuando estén leyendo un libro sobre Budismo, por ejemplo, una semilla que sembraron brotará, y en vez de tener una semilla olvidada y una planta inidentificable tendrán algo del género de la Sabiduría.
     Supongamos ahora que Uds. organizan este proceso para sus conferencias. Supongamos que en vez de dejar a la incompetencia de su actual clase de mente el darles o el negarles la Sabiduría en el momento en que la necesiten, abren Uds. un diario o un cuaderno de notas para sus conferencias. Debe ser muy sencillo o de lo contrario les dará miedo escribir en él. No meramente un diario, un registro de detalles de su vida diaria, sino un registro donde anoten Uds. sus ideas para las conferencias, una “despensa” como la de Francis Bacon. Pueden incluir allí toda la elaboración y arreglo de una conferencia; ideas casuales con los pensamientos que despiertan; sus reacciones a lo que leen; recuerdos de conversaciones, de frases adecuadas, resoluciones acerca de la conducta de su vida, nuevas vislumbres de algo sobre lo que hayan cavilado, preguntas para responderse algún día, investigaciones por hacer, libros por conseguir o que leer, etc..
     Una de las cosas que deben registrar allí son sus notas después de una conferencia. Esto es lo más importante que debe acotar un orador. Después de terminar una conferencia, en vez de saltar de gusto y botar sus notas al aire y gritar, “Que bien, ya salí de esto!” –sería mucho mejor que Uds. se sentaran y, diciéndose, “Gracias a Dios, eso fue el comienzo”, escribieran una memoria de lo que dijeron. Una conferencia es una rara hora de visión, y para sacarle todo el provecho tienen Uds. que recoger sus mejores momentos. Un jardinero descuidado compra paquetes de semillas en la primavera y las riega en el suelo; cuando llega el otoño y la maleza le coge ventaja, bota lejos su azadón y deja que su jardín se arruine. El buen jardinero lo cuida hasta la cosecha y recoge sus semillas para otro año. De los dos, este último es el que participa del verdadero sacramento. Hay la idea de que la primavera es la época viva del año, y el otoño la muerta. Pero yo creo que es todo lo contrario. Hacer una conferencia no es por mucho tan importante como reunir los frutos germinales de una conferencia. Esto es semilla.
     Otra clase de semilla es la que se deriva de la lectura de un libro. Cualquier libro les dará algo, pero pronto encontrarán Uds. que por el proceso que les doy prescindirán de todo lo que no sea los mejores libros, y llegarán a evaluar un libro por las reacciones que les produce. Junto a cada libro camina otro libro silencioso., invisible, no escrito: el libro que hacen USTEDES. Será un libro de la misma extensión del original, tal vez más condensado en algunas partes y más extenso en otras, con muchas modificaciones, y a veces, con fuerte oposición al original. Las modificaciones y oposiciones de Uds. quizá no siempre sean sabias, pero siempre serán vitalizadoras y fértiles. La tarea de Uds. es escribir sus reacciones. No diciendo, “muy bueno”  o  “excelente” sino prosiguiendo desde donde el autor termina. Un buen libro nunca pone punto final a la idea. Abre una puerta para que uno entre. Un libro flojo o dogmático le da a uno el pensamiento envuelto en un paquete, y uno tiene que aceptarlo o rechazarlo. Pretende ser final, y no hay nada que lo sea. Un buen libro, tal como “El Océano de Teosofía”, al final de cada frase introduce al lector a un mundo más amplio. Uds. aprenderán a descartar los libros que lo encierran o limitan a uno. Verán que de los buenos libros sacan copiosas notas y emocionantes ideas, y, si son prudentes, anotarán estas a medida que les vengan, en su libro. Observen que esto no es plagio. Ningún escritor u orador piensa jamás algo enteramente nuevo. Sino que lo destila de alguna parte, y es original en la medida en que lo modela en términos de su propia Alma –o sea de su lugar de origen. No se dejen Uds. engañar con la idea de que originalidad es novedad. La originalidad viene de nuestro Divino Ser. Es nueva solamente porque es rara.
     Si Uds. tienen suficiente paciencia y constancia para formar su libro de notas de los libros que leen, pueden incurrir en unos pocos errores acerca de la excelencia de los libros. Su entusiasmo como lectores puede no corresponder a su entusiasmo como estudiantes. Este último es más crítico. Así como uno nunca sabe qué tan malo es un poema hasta que se lo ha aprendido de memoria, tampoco cambiarán Uds. de opinión sobre un libro si, con él, no enriquecen su libro de semillas. Cuando se encuentren con un libro estéril, no pierdan más tiempo en él, escriban encima “Basura!”, con letra gruesa y redonda, y pasen a otro libro que les dé más.
     Cualquier fruto de una discusión es semilla. Cuando hayan tenido Uds. un argumento interesante y lleguen a su casa repletos de las cosas que dijeron –o que quisieran haber dicho- no se vayan a la cama mientras no hayan hecho sus anotaciones de modo de poder ampliarlas más adelante.
     Pensamientos casuales son semillas. Cuando les vengan anótenlos inmediatamente en el anverso de una carta o de un sobre o de un periódico. (Espero que Uds. no sean adictos a leer periódicos, que es como quedarse mirando las nubes y es uno de los grandes destructores de la memoria. Si cogen Uds. un periódico, que sea en busca de algo, y déjenlo apenas encuentren lo que buscan).
     Palabras sueltas son semillas, si lo iluminan a uno. Los nombres también. Un fracaso o algún suceso imprevisto en sus asuntos privados, producirá semilla. Los fracasos darán semilla, y verán Uds. que es bueno de vez en cuando resumir su vida y aventurarse a predecir hacia dónde los lleva. Eso sería semilla.
     Un antiguo aforismo y sus implicaciones son semilla; un fragmento de una fábula es semilla. Al principio su libro de notas parecerá caótico, como parece la vida antes de que uno la comprenda. Luego, gradualmente sus notas empezarán a ir cogiendo forma, a imagen de su creadora, el Alma. Y así cuando Uds. se expresen, serán seres integrados y firmes, y no un cúmulo de pequeños fragmentos sin consecuencia. Mostrarán Uds. una superficie continua.
     Ven lo que quiero decir por semilla? Esas cosas procreadoras que pueden conmoverlos y rebullirlos una y otra vez cuando sea necesario. Semilla es aquello que a su turno produce más fruto.
     Hasta ahora he estado tratando del uso de elementos germinales durante meses y años. Hay otra aplicación más inmediata del mismo proceso DENTRO DE LA CONFERENCIA EN SI, y  cuando  Uds. hayan aprendido esto ya no necesitarán más.
     Probablemente Uds. han pensado que una conferencia es una cosa que se prepara cuidadosamente y luego se pronuncia de acuerdo con el plan determinado. Quizá han flirteado con aquella idea contra la cual les previne al principio, de que el medio seguro sería escribirla y memorizarla, o escribirla y leerla. Una buena conferencia no se hace así. Se ordena sobre un plan preconcebido, pero su configuración actual –sus palabras, frases, párrafos y presentación de imágenes- se hace espontáneamente en la plataforma. No se prepara y se la deja desenvolver; se la va tejiendo al darla. Cada frase se forma de un elemento germinal tomado de la precedente, y cada frase da su semilla para la que la sigue. Por eso es que el verdadero orador deja la parte poderosa de su idea para el final de su párrafo –usa lo que los retóricos llaman construcción periódica. No dice, “roma cayó porque estaba enervada por la vida muelle, porque estaba agobiada por el peso de sus mismo triunfos, porque estaba demasiado embriagada por el lujo para escuchar las amenazas de los capitanes en sus fronteras; demasiado despedazada por las envidias para tener tiempo de ver lo que se le venía encima, demasiado cruel e indolente para ver la amenaza de las grandes hordas de esclavos que había cautivado en sus guerras”, etc.etc., hasta adelgazándose, llegar a una conclusión débil e intrascendente que lo deja sin semilla para su próxima parrafada. Sino que dice, “Porque estaba enervada por la vida muelle; porque estaba agobiada por el peso de sus mismos triunfos; porque estaba embriagada por el lujo para escuchar las amenazas de los capitanes en sus fronteras, demasiado despedazada por las envidias para tener tiempo de ver lo que se le venía encima, demasiado cruel e indolente para ver la amenaza de las grandes hordas de esclavos que había cautivado en sus guerras, Roma cayó”. Y entonces, con estas últimas palabras resonando en su mente, germina su semilla. Cayó? Cayendo? Caídas? –le llega su idea- “Y con su caída, toda esa soberbia estructura que llamamos el Imperio Romano” –Imperio, imperio- de ahí le viene el cuadro- “un imperio que abarcaba a Sicilia, Dacia, Partia, Asia Menor, Egipto, Mauritania, Hispania, Galia, Britania, Germania. Germania es la primera en derrumbarse,” etc.etc..
     Ven Uds. el ardid de la semilla? Ven cómo esta clase de composición, en la cual el nuevo pensamiento brota de las palabras que acaban de emitirse, difiere de la clase de composición escrita en la que la idea puede nacer de palabras o frases que formaban períodos completos? El lector puede repasar con la vista, volver atrás la página y releer. El oyente no puede hacer esto. No sólo debe nacer una idea de otra en buena oratoria, sino que una frase debe brotar de otra y una palabra de otra. Les estoy poniendo a hacer algo muy difícil, más difícil que escribir? No! Este es su método de conversación, de exposición oral, todos los días de su vida. Y la dificultad para Uds., cuando están sobre el estrado, nace del hecho de creer que se les pide hacer algo imponente, diferente de la conversación ordinaria –creen que se requiere que sus palabras suenen como una composición escrita.
     Si esto de desarrollar una idea de una palabra que acaba de pronunciarse, fuera cuestión puramente de la naturaleza animal, no sería sino una forma de insanía –lo que se llama, creo, “Asociación de retintín”; pero en el caso del orador, hay un Ego controlado y, utilizando este hábito natural del animal, Él lo guía y lo pone al servicio de su propósito. Guiar de este modo al animal es puro ocultismo, cuya altitud se mide por lo elevado del propósito.
     Puede parecerles al principio, cuando lo ensayen, que suena mecánico. Esto será así porque Uds. lo usan con esfuerzo consciente por hacerlo bien. Esta sensación pasará y, una vez que se sientan Uds. más seguros de sí mismos, su auditorio se lo agradecerá. Una buena pieza oratoria requiere una cuidadosa división de sus partes y un igualmente cuidadoso eslabonamiento de esas partes, en forma sencilla y fácil de seguir.
     Creo que ahora están Uds. en posición de entender el viejo decir acerca de la oratoria, que uno no debe sino seguir derechito con un continuo fluir de palabras hasta que termine su alocución. El orador fluente que mantiene una corriente ininterrumpida puede decir muchas tonterías en sus primeros vuelos, pero a su debido tiempo alcanzará exactitud y redondez. El orador vacilante que está preocupado por la exactitud, nunca alcanzará fluidez. Tartamudeará toda su vida.
     Este consejo puede parecerles engañoso y poco honrado, como si yo estuviere impulsándolos a hacer algo malo para obtener algo bueno. Se basa en el principio oculto de que en todo momento uno tiene que dar lo que tiene. El artista lo pondría así: que “arte es lo mejor que uno puede hacer en determinados momentos y circunstancias”. Si el artista se esperara hasta ser perfecto, podría esperar para siempre. Todo cuanto el artista hace es un estudio para lo que sigue, y eso para lo siguiente. Toda conferencia que Uds. den, es práctica para otra que viene luego, y esa para otra más allá. La ley de la vida no es injusta con el hombre laborioso. Estar buscando artificiosamente la palabra adecuada, viene nueve de cada diez veces de una vanidad pedantesca y no de un deseo por la verdad. Cuando nace de este deseo de la verdad, no tendrá uno que estar pescando palabras largos ratos.
     Si siguen Uds. el procedimiento de sacar semillas de los ecos de las palabras que acaban de pronunciar, y mantienen una fuente corriente de palabras, vacilarán al principio y describirán una línea de marcha muy serpenteante, atrás y adelante, tratando de seguir la línea que se han trazado; pero gradualmente encontrarán que pueden conservarse dentro de su línea, tal como lo quieren, y que al mismo tiempo pueden dar sus escapadas cuando así lo deseen. Esta será su gran ventaja sobre la persona que se mantiene dentro de su estrecho surco. Uds. pueden variar su disertación conforme a las necesidades de su auditorio; son los amos del momento; su oración será espontánea y creadora.
     Adquirirán un nuevo sentido del tiempo. Los intervalos entre palabras parecerán crecer, y lograrán Uds. ejecutar prodigios de pensamiento en intervalos que al principio eran para Uds. como un parpadeo. Sabemos en teoría que la fijeza de los períodos de tiempo es una ilusión; pero donde probamos esto primero es en el esfuerzo creador. El esfuerzo creador es un paso dentro de la cuarta dimensión. Lo hace a uno amo del tiempo que no es sino otra venida en el espacio.
     Pasemos ahora a la práctica basada en esto.

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESION

     En el capítulo anterior hablé de un nuevo método de Trabajo Improvisado. Quiero que prueben este ardid de sacar de una frase la semilla para la siguiente. Al principio tal vez no lo hagan muy bien, pero cualquier progreso es una gran ganancia. Lo probable es que Uds. lo consigan en ciertos momentos cuando están dando una alocución preparada, pero quisiera que lo apliquen ahora que tienen la teoría fresca en la mente.
     No importa el tema que escojan mientras sea algo que no hayan preparado. No traten de engañarse apelando a un tema en que sí se hayan preparado. Eso no haría sino anular mis esfuerzos por ayudarlos. Supongamos que tratan de describir en unas pocas frases, y de justificar su interés en su figura favorita entre los grandes instructores de la humanidad –H.P.Blavatsky, Paracelso, Boehme, Bruno, Hermes, Jesús, Buddha, Lao Tse, Tomás Kempis, Dante, Shakespeare, Lincoln, etc. No importa cual, con tal que les entusiasme a Uds. y los energice o los conmueva.
     Que el líder obtenga que cada uno de Uds. le dedique unos pocos minutos a su figura favorita. Sin introducción, que cada uno empiece donde mejor pueda. Lo importante en este ejercicio es este comenzar y proyectar las palabras semillas. No interesa lo despacio que lo haga, ni  --por ahora- cuantas pausas hace. Al principio encontrará, probablemente, que la frase anterior quedó mal arreglada y que las palabras semillas quedaron enterradas en la mitad de ellas; pero pronto aprenderá a arreglar esto. Que cada uno siga hasta que sienta que ha captado el método. A algunos puede no gustarles el ejercicio y parecerles inconveniente. Que lo ensayen siquiera. Todo este curso de lecciones ha ido llevándose hacia este más recóndito proceso oculto de alocución verbal, y nadie que no lo haya dominado tiene derecho a condenarlo. Mi único temor es que todavía no hayan avanzado Uds. lo suficiente para saber los problemas que esto resuelve.

TAREA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Abra su libro de apuntes si no lo tiene todavía. Incorpore en él no sólo todo el material que tiene a mano sino también una proyección de lo que intenta hacer con el libro. Unos pocas horas empleadas en escribir sus resoluciones y en reorganizar su vida mental –no importa cuán bien organizada esté- valdrán mucho más adelante. El que sabe, selecciona y siembra con cuidado. El hombre ordinario desperdicia sus semillas de vida como si fueran de maleza.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SESIÓN

     Volver a leer este capítulo. Si algunos de los miembros no alcanzaron a hacer su parte de improvisación la semana pasada, que la hagan ahora. Luego iniciar otra ronda, tomando un nuevo grupo de temas –más instructores, si gustan; grandes escuelas de pensamiento, grandes movimientos religiosos, grandes períodos históricos, o grandes libros. Que todos tengan más amplitud ahora para escoger su tema.

TAREA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Continúen llenando su libro de notas, y adelantando el trabajo de preparación de una conferencia que estén haciendo. No puedo guiarlos mucho en esto ahora. Les corresponde a Uds. hacer el uso que puedan de las indicaciones que les he dado en estas lecciones. Es preferible que se excedan en el trabajo preparatorio, más bien que quedarse cortos. Si les queda demasiado elaborado su esquema, lo más que han desperdiciado es unas pocas hojas de papel.

TRABAJO DE CONFERENCIAS

     Supongo que el grupo ha seguido llevando a cabo una serie de conferencias de práctica, en la que cada miembro de una charla siquiera cada mes.

    








Capítulo XI

ROTACIÓN DE TEMAS Y MÉTODO DE PRÁCTICA

     Debo dirigirme ahora a aquellos de Uds. que han perseverado. Por mucho que lo quisiera, no puedo esperar que todos hayan continuado. Inevitablemente hay siempre unos pocos que se ven obligados a salir, o por falta de confianza en sí mismos no se sienten dispuestos a lanzarse a la labor de conferencias. Algunos, también, se enfrían, o se sienten disgustados por cualquier tontería y se agarran de ahí para salirse, y otros toman su propia indolencia por disuasión cósmica de no seguir.

     Hablo para aquellos de Uds. que han sobrevivido, que buscan hacer más que obtener, que conocen bastante bien la vida para saber que la clase de esfuerzos que les he indicado abre la puerta de los Misterios, que son lo bastante sabios para no creer que la sabiduría se les puede dar, y que son bastante dignos para no aceptar propuestas de entrar a ciertas partes donde se les prometen grandes premios por el mero asentimiento a un dogma.

     Este capítulo, pues, va dirigido a cada uno de Uds. que, sea que hayan seguido el curso paso a paso como se lo he dado, o se hayan saltado algunas partes, estén resueltos sin embargo a seguir adquiriendo sabiduría a base de servicio. Algunos no se sentirán siempre muy seguros del por qué están haciendo todo esto. A veces sentirán un gran entusiasmo por el Movimiento Teosófico, y anhelarán dedicarse a él. A veces sentirán un deseo menor de acrecentar su conocimiento y su poder, y mirarán el trabajo Teosófico como algo que enriquece su individualidad y su personalidad. A veces les será difícil definir su verdadero motivo. No se preocupen mucho por eso si quieren llegar a alguna parte. Las cosas no tienen sino dos caras, y lo importante es darse cuenta de que hay un gran servicio que requiere grandes servidores.
Walt Whitman dice:

“Se necesita una reforma y ha de hacerse por tu medio? Cuanto más grande sea la reforma que se necesita, mayor será la Personalidad que necesitas para hacerla. No ves cuánto te serviría tener un cuerpo y un alma tales cuando entres a alguna parte, que entre contigo una atmósfera de voluntad y de deseo, y todos se impresionen con tu Personalidad?... Anda, amigo, si es necesario déjalo todo, y comienza hoy a acostumbrarte a la resolución, la realidad, la propia estimación, firmeza y elevación, sin descansar jamás hasta no remachar tu propia Personalidad”.

     Doy por hecho, pues, que Uds. se han dedicado a la Teosofía. Ella está en su Karma. Alguien les ha hecho un llamado y Uds. han contestado. Me toca a mí mostrarles los medios de servir mejor. Me interesan Uds. como unidades servibles en el Movimiento, como instructores presentes o potenciales, a quienes me incumbe hacer más eficientes.
     Es bueno que Uds. piensen de sí mismos de esta manera; que todas las cosas evocan sus poderes, integran su experiencia, y los reconstruye para un servicio más alto. Veamos las cosas, pues, de este modo: Consideren toda su labor de conferencistas durante un año o más como un proceso de estudio, educativo; que sus lecturas, sus escritos, sus conversaciones, sus momentos fértiles, les ayudan en esta dirección. Cuando lleguen a algún impasse no digan “Para qué tratar de insistir?”, sino más bien, “La solución de esa impasse tiene que darme equilibrio, visión, resistencia, fortaleza, caridad.” Entonces se abrirán las puertas y recordarán Uds. para qué están trabajando y lo encontrarán fácil. Atecen los músculos, recojan su carga, enderecen la espalda otra vez, levanten la cabeza, y siempre entrarán en una iniciación. Esto no es metáfora: es magia. Ensáyenlo físicamente. Cuando Tamas es superado por Rajas hay siempre por un instante un resplandor en los cielos.
     A sus oyentes les importará muy poco cuál es exactamente su tema, con tal de que sea un vehículo de aplicación inmediata de alguna verdad Teosófica. Pero para Uds. sí es de muchísima importancia trabajar en suelo fértil en vez de en suelos plagados de maleza. Si quieren hacer algo que valga la pena por la Teosofía, amplíen su cultura; vean el mundo de la religión, la filosofía, el ocultismo y la magia; aprendan directamente acerca de los Vedas, Upanishads, Sutras y Analectas, en vez de contentarse con repetir tímidamente sus nombres. No se contenten con pensar quién sería Platón y cuándo vivió. Den una conferencia sobre Platón, y por pobre que les resulte quedarán a leguas por encima de los que siguen pensando quién sería él. Aprendan a conocer a Pitágoras como hombre e instructor. Hagan una conferencia para aprender qué son esos dibujitos en los muros de las tumbas egipcias; y así hallarán la ilación histórica de los grandes ocultistas de la era cristiana. Colocarán las religiones del mundo en su verdadero ambiente al tratar de hablar acerca de ellas. Sólo estas pocas cosas les servirán de mucho, y Uds. habrán aprendido mucho sobre el estudiar, más sobre el hablar, y tendrán para siempre un almacén de ideas al cual recurrir en sus conferencias.
     Hay una tendencia desgraciada entre los estudiantes de Teosofía, a gravitar más y más hacia el estudio de libritos de texto secos y cortados; a menospreciar nuestra valiosa cultura a cambio de unos pocos dogmas inarticulados acerca de la vida post-mortem, la vida interna, el camino del discipulado, y cosas por el estilo. Se dejan endurecer esas ideas que el verdadero filósofo debe mantener fluentes y abiertas a rápida modificación y crecimiento. Si uno se aferra a una descripción psíquica inferior de los cuerpos kámicos fijos, o astrales, qué va a hacer uno cuando encuentre que los grandes sistemas enseñan que solamente las personas insanas e intensamente egoístas tienen cuerpos kámicos fijos?
     Qué sabe Ud. acerca de Buddhi? “Ah, pues Fulano de Tal lo dice todo y lo describe muy bien en tal libro.” Qué maravilla, que después de que grandes videntes han bregado en palabras, en fábulas, en símbolos, en analogías científicas, y en los grandes dramas espirituales, por llevarnos siquiera al umbral de la comprensión de Buddhi, un Fulano de Tal rasgue el velo de este misterio en su librito...Lástima que Jesús y el Buda y Hermes no puedan venir y estudiar en ese librito!...
     Es claro que la Teosofía no puede estar contenida en ningún libro. Es la ciencia acumulada de la vida, que puede recuperarse a través de muchos libros y muchas experiencias, y hay más virtud en recobrarla que en la ciencia misma. Teosofía es movimiento. No hay Teosofía cuando cesa el movimiento; entonces no queda sino Teología. La Teosofía no está en cosa alguna que uno cree, sino en la transición de una creencia a otra. El único momento en que uno es un verdadero Teósofo es cuando está cambiando una idea vieja por una nueva. El precio que paga por el cambio, es Teosofía.
     Les ayuda esto a aclarar algo? Les explica por qué estudiar no es absorber sino llegar y pasar adelante, un viaje de comparación e identificación? Ven Uds. por qué una conferencia Teosófica no es una mera declaración de algo que uno ha estado pensando, sino de algo que uno está pensando y que está siempre fluyente?. Eso es lo que significa que una conferencia debe ser creadora. Y por eso es que sus conferencias de práctica pueden hacerse más potentes cuando Uds. cambian de un tema a otro, siempre inquiriendo, siempre siguiendo su necesidad, su interés, su hambre de saber.
     Ven Uds. cómo sería una gran cosa para Uds. como conferenciantes Teosóficos, haber recorrido así y visitado por turnos cada una de las grandes religiones, deteniéndose en cada una lo suficiente para hablar de algunos de sus aspectos y divisiones; y lo mismo de cada una de las grandes escuelas ocultas; y haber seguido las vidas de los grandes instructores? Ven cómo, después de eso, pueden Uds. dar una conferencia sobre reencarnación por ejemplo, de un modo nuevo, recorriendo todos los sistemas, mostrando dónde cada uno de ellos tenía esta doctrina, y cómo cada uno la desfiguró y la perdió? Lo mismo si van a hablar sobre Karma o sobre los Maestros. Ven cómo a cualquier cosa le pueden dar un toque rico de amplia experiencia –fragmentario, sí; pero una experiencia que va complementándose al trajinar con nuevos temas de interés?
     Necesitamos conferenciantes que hayan estudiado comparativamente las religiones, y que cuando suban a la plataforma sepan de qué hablan. Organicen Uds. su método de práctica de modo que nos dé algunos conferenciantes así. Que repasen todos los grandes sistemas, investigándolos: Budismo, Confucionismo, Taoísmo, Zoroastrismo, Islamismo, Judaísmo, las religiones de los Griegos, los Nórdicos, los Celtas, los Egipcios, los Indios Norteamericanos, los Mayas, los Caldeos, los Teutones, etc. Que siga cada cual sus inclinaciones a través de las escuelas ocultas de Vedanta, Raja Yoga, Sufismo, Misticismo Cristiano, Rosacruces, Bahais, Martinismo, Masonería, etc. Que conozcan a Platón, Sócrates, Empédocles, Heráclito, Pitágoras, Plotino, Hermes, Zoroastro, Jesús, Buda, Sankara, Ramanuja, Patanjali, Vyasa, Kapila, Jámblico, Lao-Tse, Confucio, Ben Jochai, Dante, Paracelso, Roger Bacon, Newton, Eliphas Levi, etc. Todos fueron grandes ocultistas. Parece árida o demasiado erudita esta lista? Uds. no parecerán eruditos si son sinceros. Hablarán de cosas modernas y vivientes, pero por haber puesto a prueba sus ideas sobre estas cosas fértiles y perdurables, sabrán de qué hablan. Si investigan en estas cosas simplemente por curiosidad, no serían sino unos sabiondos. Pero cuando las investigan por amor a la Teosofía, y guiados por la Teosofía, usan estos fragmentos como pruebas para el diario vivir. Qué importa que una cosa haya sido dicha ayer o hace mis años? Nada, si uno sabe apreciarla por lo que vale en realidad. No se puede juzgar el valor de una idea por el número de personas que la aplaudieron en su día. Podemos estar seguros de que en el decurso de los años solamente sobrevive lo que vale.
     Quiero, pues, que ahora se organicen Uds., los que quedan del grupo, en una rutina que les de una rotación de temas, siguiendo cada cual su propia selección del material que he indicado. No usen su Teosofía técnica como tema. Úsenla como guía, como un mapa por estos mares desconocidos. Si lo que hacen es coger su Teosofía moderna y simplemente decorarla con material extraño, parecerán pedantes y llenos de contradicciones; pero si hablan de los temas que les he sugerido, comprendiéndolos por medio de la Teosofía, tendrán material vivo. Sobre todo, no recurran a temas que ya trajinaron. No se digan: “Hace unos años preparé una conferencia o un artículo sobre la Mente y el Cuerpo: voy a aderezarlo y repetirlo.” Eso es demasiado elemental, es como el perro que busca el hueso que enterró el año pasado, es automatismo, un mero reflejo. Desbrocen nuevo terreno, semejante, si quieren al antiguo, pero incorporando algo nuevo en lo que le quede de vital. Una conferencia nunca es una tarea, sino una oportunidad. Si quieren Uds. saber más acerca de algún tema, comprométanse a hablar de él. Tengan voluntad de saber. El Señor Buda tenía un montón de ideas acerca de la Mente y el Cuerpo, y lo mismo todos los grandes Maestros, y así Ellos pueden enriquecer el caudal de ideas que Uds. tengan.
     Convengan su rutina de conferencias de prácticas de modo que a cada cual le toque una conferencia por mes, o por quincena si son capaces. Y que cada uno escoja sus temas. No importa que haya duplicaciones y repeticiones de títulos. Ninguno podrá jamás agotar tema alguno en una conferencia ni en cincuenta. Lo esencial es que cada uno siga su propia inclinación, sembrando preguntas y cosechando sabiduría. En el propio Karma de cada uno, del pasado, está lo que ha de ordenar su camino. Nunca se detengan demasiado tiempo en su solo lugar.
     Les espantan estos cursos, por parecerles demasiado enormes? Recuerden que una casa no es sino un ladrillo sobre otro y otro sobre éste, etc. Si su grupo puede reunirse siquiera una vez por semana, los domingos por la tarde, en casa de alguno, o mejor en el salón de una Logia, y pasarse tres horas, de las 3 a las 6, asignando madia hora para cada conferencia, en el curso de un año podrían tener como trescientas pláticas de estas –lo cual parece una proeza casi imposible. Que los más enérgicos de Uds. den una de estas conferencias semanalmente, otros dejando un domingo de por medio, y los que tengan menos tiempo o menos confianza, una por mes. Y si no pueden disponer sino de dos horas, de 3 a 5, tendrán doscientas charlas. En fin, lo mejor que puedan hacer. Verán los frutos tan magníficos que obtendrán en todos sentidos.
     Eso en cuanto a su práctica privada. Pasemos ahora a su trabajo en público; este dependerá de sus condiciones locales. Si su grupo es pequeño y nunca han dado conferencias públicas, empiecen a hacerlo lo más pronto que puedan. La Teosofía no se aprende sentándose reunidos a estudiar o leer. Para mantener la armonía y unión del grupo tienen que trabajar hombro a hombro –y no cara a cara. Si carecen de un salón, reúnan entre todos lo necesario para alquilar uno. Los tontos hacen presupuestos anuales, y no los cumplen. Los Teósofos prudentes equilibran sus cuentas y pagan sus deudas semana por semana. Los cuervos los alimentan.
     Si su grupo es de tamaño moderado y mantienen conferencias públicas, puede que esté escaso de conferenciantes. Entonces, escojan entre sus conferencias de práctica privada las que les parezcan más interesantes para darlas en público Uds. mismos.
     En los grupos donde cuentan con suficientes conferenciantes veteranos, les quedará difícil a Uds. pedirles que les den oportunidades. En tales casos lo mejor es que comiencen una Rueda. Y qué es una Rueda? Es un grupo de cuatro o cinco, o seis o siete de Uds. que se comprometen a hablar por turno, asignándose de 3 a 5 conferencias cada uno. alquilan un salón modesto, si es que su Logia no les facilita el propio, y anuncian una serie de conferencias que cubra el campo de la Teosofía tan amplia y sencillamente como sea posible. Ponen un aviso en un periódico, y se proveen de unos pocos libros y folletos para vender a los interesados. Al que le toque hablar la semana siguiente, le corresponde presidir la reunión de esta semana. Esto le da la oportunidad de medir o pesar el auditorio –si lo hay. Cuando se ha cumplido toda la serie, la Rueda cambia de local, y le deja el anterior a un nuevo grupo, o confecciona un nuevo programa y lo lleva a cabo a la par de un nuevo grupo en el mismo local.
     He aquí el programa de una Rueda, por ejemplo, que cuenta con siete oradores. Verán Uds. que cada orador tiene conferencias sucesivas sobre el mismo tema general.

Nov.   8                  Las Religiones del Mundo                                 R. Torres
         15                  Hemos vivido antes?                                         D. Barreto
         22                  La Ley de Compensación                                  G. Martínez
         29                  Qué es la Muerte?                                              H. Hurtado
Dic.    6                   Antiguos Salvadores                                          R. Márquez
         13                  Cuerpo, Alma y Espíritu                                    J. Téllez
         20                  El discipulado                                                    H. Andrés
         27                  La Fraternidad del Hombre                               R. Torres
Ene.    3                  El Recuerdo del Nacimientos Previos               D. Barreto
         10                  El Misterio del Dolor                                         G. Martínez
         17                  La Vida Después de la Muerte                          H. Hurtado
         24                  El Drama del Cristo                                           R. Márquez
         31                  El Hombre y sus Cuerpos                                  J. Téllez
Feb.    7                  El Poder del Pensamiento                                  H. Andrés
         14                  La Práctica de la Presencia de Dios                   R. Torres
         21                  La Reencarnación, Doctrina Cristiana               D. Barreto
         28                  Podemos Rehacer el Pasado?                            G. Martínez
Mar.   7                   El Mundo Celeste                                              H. Hurtado
         14                  El Dominio de la Vida                                       R. Márquez
         21                  El Cuerpo de Resurrección                                J. Téllez
         28                  Meditación                                                         H. Andrés

EJERCICIO PARA LA PRIMERA SESION

     Supongamos que para ejercitarse en Improvisación, cada uno de Uds. pasa y dice lo que opina de las sugerencias que les he dado para el estudio de la Teosofía por medio de conferencias. Que cada uno diga lo que opina del método; qué le ha provocado estudiar; qué clase de camino le gustaría recorrer a través de las religiones y filosofías, etc. Que hablen de esto mientras tienen fresca en la mente la idea, y antes de que se les enfríe el entusiasmo. Pero que la discusión no degenere en un argumento; que cada cual hable en orden y con orden.




TAREA PARA LA PRIMERA SEMANA

     Proyecte en su Diario la clase de excursión en Teosofía comparativa que a Ud. le gustaría hacer. Convierta en un poderoso instrumento todos sus impulsos olvidados de estudiar y progresar.

EJERCICIO PARA LA SEGUNDA SESION

     Relean la parte que trata de la Rueda. Discútanla en forma improvisada. Desenvuelvan la idea. Denle un color local. Proyecten sus aplicaciones y operación. Qué necesita su ciudad? Cómo pueden hacer interesante su Rueda? Convendrían algunas pláticas sobre Teosofía?

TAREA PARA LA SEGUNDA SEMANA

     Continúen preparando conferencias. Anoten en sus Diarios un resumen de los provechos que hayan obtenido de este curso y cómo hacerlos permanentes y acrecentarlos. Pónganle interés a estas anotaciones. Uno nunca sabe qué tanto sabe mientras no lo ponga por escrito. Pregúntese a qué otros campos fuera del Teosófico podrían llevar su labor de conferencias –clubes, grupos de lectura, de artistas, logias masónicas, escuelas, otras sociedades, etc. Qué cambios tendrían que hacer para adaptar sus conferencias a esos grupos.
































Capítulo XII

CONCLUSIÓN Y TEMAS

     Quiero hablarles ahora como individuos y ofrecerles algunas indicaciones finales para su trabajo. En su mayor parte se referirán al aspecto moral de su trabajo, que se relaciona con los pensamientos y actos que ayudan o dañan las funciones creadoras. Unos evitan ciertas cosas por temor a la cólera Divina, pero otros los evitan por respeto a su propia dignidad de combatientes.
     Hacerse conferenciante público impone ciertas responsabilidades; Tiene uno que aceptar el Karma del que enseña, que siempre es bueno a lo largo del tiempo si uno es honrado. Jamás ha de decir uno una mentira, ni prostituir la verdad, ni pensar que hay que hacer mal para que redunde en bien. Si uno hace tales cosas, la Verdad le abandonará, y pronto llegará uno a ser incapaz de saber qué es Verdad.
     Tampoco debe uno hacer dinero con sus conferencias Teosóficas. Lo más que debe recibir es lo necesario para cubrir sus gastos monetarios y comida y alojamiento cuando tenga que ir fuera de su hogar. Un hombre no puede recibir dinero por decir la Verdad. O una cosa o la otra; no hay término medio. El pensar en la recompensa anublará su visión.
     Tampoco debe rogar que se le permita hablar, ni intrigar para que se le ponga en el programa. Ni tampoco debe negarse a hablar, excepto por la causa más grave, cuando se le pida. Ni debe nunca repetir una conferencia. Repita el tema general, si quiere, pero renuévelo y manténgalo vivo.
     Nunca, salvo por la más grave razón, debe cancelar una conferencia, ni posponerla, ni cambiar de tema, ni alterar fechas; y si le toca hablar en lugar de alguien, hágalo sobre el tema anunciado y no sobre alguno que le sea más fácil. Por alguna razón kármica le toca sustituir a alguien para esa conferencia. Será una iniciación tomar la carga de ese otro.
     También les recomendaría que a medida que crezca su participación en conferencias, se vayan alejando de la dirección de su grupo y procuren mantenerse fuera de los cargos directivos. Esto no quiere decir que hayan de rehusar ayuda al trabajo de la logia, sino que se coloquen en cierta categoría más bien de consejeros sin identificarse mucho con la política y las personalidades de la logia. Ofrezcan su consejo, pero no se dejen mezclar en las pequeñas rivalidades y resentimientos y psiquismo y karmas. Aprendan a mantenerse aparte de estas cosas, con una constante sonrisa.
     También les aconsejo cuidarse mucho de ser jocosos en sus conferencias. El humor es una cosa delicada y espiritual que no debe tratarse con ligereza. Es una ventana por la que su auditorio puede mirar su alma, y no deben Uds. abrirla a menos que su alma sea un bello espectáculo para los ojos de ellos. Sólo cuando Ud. sienta simpatía y bondad y devoción por hombres y cosas puede permitirse ser jocoso. Cuando se sienta amargado, evítelo; sería malo y su auditorio lo notaría. Las cargas más tristes de la humanidad son el hombre malgeniado y el hombre torpe que tratan de ser chistosos.
     Sobre todo, nunca se burle de alguien que haga una pregunta. Su auditorio no se lo perdonaría jamás. Trate la pregunta más necia o la peor intencionada, tan seriamente como pueda; muestre estar de acuerdo con quien la hace, hasta donde pueda, y si quiere hacer un chiste hágalo de modo que él y Ud. se diviertan simultáneamente. No le diga. “Ud. toma muy en serio tal cosa, amigo”, sino, “Ud. y yo nos inclinamos a tomar muy en serio estas cosas”. Identifíquese con el estúpido, el ignorante, el torpe, el humilde, como lo hacían Sócrates y Jesús y Whitman, siempre.
     Uno le teme mucho a las preguntas al principio, pero después de algún tiempo empiezan a gustarle. Al principio piensa uno que es cuestión de tener información a la mano. Pero después aprende que 9 de cada 10 preguntas son ejercicios para la intuición. Uno tiene que adivinar qué es lo que el que pregunta quiere saber. Rara vez hacen la pregunta inteligentemente pues es difícil ser concisos. Siempre hay una pregunta detrás de la que formulan en palabras. Y a esa es a la que hay que responder, empezando así: “El problema parece que consiste en tal - y - tal cosa.”. No diga, “Mi preguntante parece decir...”  --eso carece de tacto. Verán Uds. que el contestar preguntas es la mejor parte de la conferencia. Lo activa y vivifica a uno. Lo triste es que nunca hay más de una docena de preguntas que pueden hacerse, y que siempre se repiten una y otra vez bajo mil disfraces.
     Diga sus oraciones antes de comenzar su conferencia, mientras el presidente lo está presentando. Cualquier clase de oración, aunque sólo sea la de que el presidente le deje algo que decir a Ud. Una especie de dedicación de su trabajo, le dará fuerzas. Y entonces empiece tranquilamente, sin excusas y sin expresiones de humildad o incapacidad o ignorancia, que lo invalidan a Ud. y desazonan a su auditorio. Cuando termine su conferencia será el momento de mostrar humildad, y cuando mejor haya sido, más humilde debe mostrarse. Entonces estamos bajo obligación en ocultismo, de dejar en manos del auditorio la conferencia, al terminar. “Esto es apenas un pequeño aspecto del tema”, o “He tratado, con no suficiente éxito de sugerirles”, o “No puedo garantizar que esto sea así; les corresponde a Uds. ponerlo a prueba”, o “No pretendo que Uds. acepten todo lo que he dicho,  sino que investiguen”. Nuestra obligación es que desaparezca el instructor en favor del aprendiz; recordar que existimos para bien del estudiante. No como en tantas organizaciones religiosas, que existen para el sacerdote. De modo, pues, que entreguemos la conferencia. No somos sapientes. Somos inquiridores, postulantes, como quienes nos escuchan; y aun a riego de desilusionar a los sentimentales y admiradores, debemos concluir diciéndoselo. Y esto es algo que uno no podría hacer si ha recibido dinero.
     Esta vez no voy a indicarles ejercicios para las dos sesiones. Si no tienen temas para su trabajo de Improvisación, tómenlos de sus problemas corrientes de la clase y del futuro de su trabajo. Ya están Uds. en el punto en que saben mejor que yo qué es lo que necesitan. Tal vez les conviene repasar algo de los primeros ejercicios –respiración, postura, lectura, o algo por el estilo. Mantengan su rutina hasta el final de la serie.
     Pasemos ahora a algo más importante. ¿Quiénes de Uds. son los que van a asumir la tarea de dar conferencias públicas? No hay nada que necesite tanto nuestro movimiento como conferenciantes, y nada hay que enriquezca más a un grupo que trabajar para entrenarlos. Por eso es conveniente que tan pronto se termine este curso, un nuevo grupo vuelva a emprenderlo, ojalá bajo la dirección de uno de Uds. Así se mantendrá vital el Movimiento Teosófico. Ojalá se comprometan a contribuir de esta manera a la supervivencia de la Religión de la Sabiduría.
     Preparen su propio curso de instrucción. Aunque este curso mío fuera mil veces mejor de lo que es, no sería tan bueno para los propósitos de Uds. como uno que Uds. mismos preparen, adecuado a sus circunstancias y capacidades. Modifiquen, pues, estas lecciones, hasta donde les parezca conveniente. Hagan su método propio, con ejercicios basados en sus propias ideas y su mejor criterio.
     Les recomiendo que anoten en su cuaderno de Semillas listas de temas sobre los que quieren hablar algún día, y vayan enriqueciendo esos temas poco a poco. Esa lista constituirá un tesoro cada vez mayor. Esa lista debe incitarlos a estudiar constantemente. Usen la Doctrina Secreta, Isis sin Velo, la Clave de la Teosofía y el Glosario Teosófico, de H.P.B. plenamente. Allí encontrarán muchas ideas para enriquecer sus temas.

(Nota: El autor da una lista de más de mil temas, en su mayoría nombres de personajes, obras famosas de la literatura, leyendas, religiones, escuelas ocultas, etc. Dice que da esa lista para incitarnos a estudiar, y no como una lista de temas forzosos.)













1 comentario:

  1. Amigos por favor alguien me pudiera decir a quien pertenece la autoria de este metodo, y si fue publicado en libro, y en que año, necesito para citar en un trabajo como referencia bibliográfica

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